8M ¡Que viva la lucha de las mujeres!
Existe un hilo morado precioso que conecta a todas las mujeres del mundo, no todas lo pueden ver, pero a todas las une, más fuerte o más flojito, pero a todas las envuelve. Morado semana santa, tan cercana, ¡ya huele a incienso! Morado hematoma, como las hostias que nos llevamos desde pequeñas, las que se ven y las que no. Morado feminismo, como único pensamiento que se preocupa por la dignidad de las mujeres.
El feminismo ha sido, es y será la herramienta más poderosa que podemos utilizar las mujeres, tanto para la defensa personal como para la emancipación colectiva.
En este artículo no quiero hablar de los orígenes del 8M, porque a estas alturas estarán hartas ya de escuchar diferentes versiones. No quiero hablar de convocatorias ni proclamas. Quiero invitarlas a la reflexión.
Este artículo cerrará lo que ha sido mi modesta explicación sobre los cuatro principales pilares en que se sustenta la violencia que sufrimos las mujeres: pornografía, prostitución, alquiler de vientres y transhumanismo. Y quiero cerrar promocionando uno de los muchos movimientos feministas internacionales que se organizan para luchar contra la violencia que se ejerce contra las mujeres. Una reflexión sobre los sueños y deseos de la humanidad y un poema de una inspiradora poeta, politóloga y rapera andaluza, Ana Isabel García Llorente (Ademuz, Córdoba, 1991-2017), en la que hace un retrato exquisito sobre los monstruos que nos atormentan. Ojalá que alguien lea esto dentro de 100 años y sonría porque le ganamos a todos, TODOS.
FEMINISMO INTERNACIONAL
El movimiento feminista tiene carácter internacionalista desde sus inicios, por lo que es interesante conocer cómo se organizan, qué proyectos llevan a cabo y qué ideas defienden.
Les presento a WDI: Women's Declaration Internacional (Declaración Internacional de las Mujeres, WDI en sus siglas en inglés) es un grupo de mujeres voluntarias de todo el mundo comprometidas con la protección de nuestros derechos basados en el sexo.
Entre las voluntarias hay académicas, escritoras, organizadoras, activistas y profesionales de la salud y tienen como objetivo representar toda la variedad de experiencias de la hembra de la especie humana.
Las fundadoras de la WDI crearon la Declaración sobre los derechos de las mujeres basados en el sexo con el objetivo de presionar a los gobiernos de los países y hacer que el lenguaje siga representando a las mujeres y a las niñas por su sexo y no por el "género" o "identidad de género".
Este es el resumen de la declaración:
DECLARACIÓN SOBRE LOS DERECHOS DE LAS MUJERES www.womensdeclaration.com
‒Reafirmamos los derechos de las mujeres y las niñas basados en el sexo.
‒Reafirmamos la maternidad como una condición exclusiva de las mujeres.
‒Reafirmamos los derechos de las mujeres y las niñas a la integridad física y reproductiva y nos oponemos a su explotación a través de la maternidad subrogada y prácticas afines.
‒Reafirmamos los derechos de las mujeres a la libertad de opinión, de expresión, de reunión y asociación pacíficas y de participación política.
‒Reafirmamos los derechos de las mujeres al juego limpio en el deporte.
‒Reafirmamos la necesidad de poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas, y de proteger los derechos de los niños.
‒Nos oponemos a todas las formas de discriminación contra las mujeres y las niñas que resultan de la sustitución del "sexo" por la "identidad de género" en la legislación, la política y la práctica social.
DESEO vs CONSENTIMIENTO
En este mundo raro y desigual, la palabra de moda para desarrollarte en la vida, es el consentimiento. Consentir no es desear, de hecho, consientes cosas que no te gustan o apetecen y, por el contrario, deseas cosas que te harían disfrutar. El consentimiento es estupendo para que te exploten laboralmente, la excusa perfecta para blanquear la violencia sexual. ¿Consentiremos hasta que deje de importar si consentimos?
Podemos afirmar que a las mujeres se nos educa, en el ámbito romántico/sexual, a consentir, a ceder, a empatizar y sobre todo, nos enseña a callar y nos enseña a alegrarnos de que no haya sido peor todavía.
¿Y el deseo? ¿Qué se nos enseña a las mujeres sobre el deseo?
Pues en nuestra ración de “doble verdad”, el deseo es, por un lado, algo que tienen que sentir los hombres hacia nosotras, siempre bajo nuestra responsabilidad de estar siempre deseables, que no se apague la chispa. Pero por otro lado, el deseo es un fuego indomable que convierte a los hombres en animales si pestañeamos, por lo que tenemos que protegernos de su naturaleza violadora y no provocarlos.
Las mujeres sabemos lo que desean los hombres de nosotras, lo de siempre, una señora en la calle, una puta en la cama… Pero hasta eso es una mentira como una casa, si no, no se explicaría que España fuese el país con más puteros de Europa. 4 de cada 10, todos hombres.
Las mujeres soñamos con sentirnos deseadas por ellos, sabemos depilarnos, perfumarnos, maquillarnos, tener un closet impecable, lencería especial, revistas que nos aconsejan y todo un mercado de cremas y venenos para que ellos no dejen de desearnos. Sin embargo, no nos preocupa lo más mínimo que el deseo despierte nuestro lado animal (¿tenemos eso?) y nos volvamos violentas e incontrolables. Las mujeres lo único que deseamos de un hombre es respeto, integridad y si encima es un adulto funcional, ya nos tienen ganadas. Nada de cremas ni manicuras imposibles. Las mujeres tenemos el deseo atrofiado, tenemos que darle nuevas formas, volvernos creativas.
SUEÑOS DE LA HUMANIDAD
Los sueños de los hombres siempre han ocupado el 100% del espacio de los sueños de la humanidad, ellos sueñan con el poder, con el dominio y la admiración y para ello se entregan el tiempo necesario hasta conseguirlo.
Los sueños de las mujeres, por el contrario, son un gran desconocido, como mujer tengo que reconocer que lo que hemos soñado las mujeres históricamente es que nos dejaran estudiar, votar, que cesara la violencia y el ninguneo hacia nosotras, hemos soñado ser tratadas como iguales, ¿es eso soñar?
¿Y si analizamos algunos de los sueños de la humanidad con las gafas violetas?
El sueño del placer
Los hombres sueñan con harenes de niñas vírgenes a su completa disposición, el paraíso lo llaman. Sueñan con someter sexualmente, acompañado de un montón de amigos, a una mujer, humillándola, bukake lo llaman. Sueñan con muñecas que parecen niñas para recrear las más perversas ideas.
Las mujeres, por el contrario, sueñan con que su pareja sexual no sea un patán. Sueña no ser violada, humillada o criticada. Sueña con disfrutar. Sueña con no arrepentirse de haber consentido. No tenemos ningún paraíso sexual con el que soñar.
El sueño del éxito
Los hombres sueñan con ser futbolistas millonarios y algunos (o demasiados, según se mire) lo consiguen, convirtiéndose así en el referente de miles de niños que adoptan ese sueño. Los hombres sueñan con ir al espacio, invirtiendo millones para conseguirlo. Sueñan cochazos. Muchas opciones para llegar al éxito.
Las mujeres cuando sueñan con el éxito, sueñan con ser guapas, delgadas, listas, educadas, amadas, admiradas, respetadas, etc… La falta de referentas hace mella en nuestras cabecitas a la hora de soñar, no hay duda. Sabemos que el éxito es cosa de hombres porque sólo a ellos hemos admirado siempre. Autores, filósofos, pintores, artistas, poetas, músicos, actores, influencers.
¿A cuántas mujeres admiramos las mujeres?
Les comparto un poema de Ana Isabel García Llorente (Ademuz, Córdoba, 1991-2017), una poetisa, politóloga y rapera (Gata Cattana) a la que admiro y recomiendo, mujer inspiradora, cuyas letras colorean muchas de las manifestaciones del 8M.
RUDIMENTOS
De pequeña recuerdo que tenía miedo a la oscuridad.
Y es un recuerdo muy vago y muy lejano porque los
adultos somos así, olvidamos a las primeras de cambio
los pavores inservibles y a otra cosa. Digamos que somos
de problemática pragmática e imaginación de
subsistencia, rudimentaria.
Pero... pensándolo bien, rebuscando...
No recuerdo ningún otro problema de adulta
que me haya causado más insomnios,
angustias y llantos ahogados…
Era meterme en la cama, apagar la luz
y caer en el más absoluto desamparo,
sumirme en un limbo viscoso de sombras
y no-natos pendulantes,
habitado por los peores demonios
y los monstruos imposibles,
bien alimentados, que sabían mi nombre
y pellizcaban con los ojos
y colgaban amenazas en espejos
y payasos de porcelana.
Así cogí la costumbre de dormir con la cara tapada
y con la espalda en la pared.
La idea de que me cogieran por la espalda
me aterraba.
La idea de salir de la cama
estaba descartada de antemano,
porque debajo aparecían lagunas y magmas
de raros colores, poco apetecibles.
Y en el pasillo Verónica- Verónica...
Y en el baño otra vez ese señor con barba,
con una cicatriz en la cara, mirándome
desde el espejo entre las velas,
como en una extraña ceremonia
para la que me estaban esperando.
Y lo peor no eran las imágenes, las visiones.
Lo peor eran las voces.
Las voces alegres, las risas,
en mitad de semejante espectáculo siniestro,
los chillidos ausentes de los que vivían allí,
si es que alguien, por muy monstruo tres cabezas,
pudiera llegar a vivir allí.
Horrible. Horrible.
Sin Dios.
Sin sentido.
Como en un cuadro de El Bosco.
De ahí cogí la manía de dormir con la puerta cerrada.
Si la dejaba abierta tenía la opción de huir
en caso de ataque repentino,
pero ya saben, el miedo paraliza.
La puerta abierta siempre daba pie
a figuras sospechosas,
destellos fantasmagóricos y cosas
que cambiaban de sitio.
La puerta abierta daba al pasillo
de los mil posibles,
de mis peores egos convertidos
en perritos y gatitos de peluche,
mirando con sus ojos disecados
desde el estante,
debajo del crucifijo
y justo al lado de la niña de The Ring.
Así que la cerraba y la manta hasta arriba.
De ahí aprendí a convivir con los peores espectros,
con una imaginación extremadamente avanzada
de precisión láser, casi alienígena,
y a entablar conversación con Quasimodos
y otros seres realmente ruines.
La otra noche lo estuve pensando…
Hace siglos que no me visitan.
Le estuve dando vueltas...
En qué punto del trayecto se me perdió
este universo.
Me dió pena verme adulta,
así, de repente,
a la caverna de la imaginación rudimentaria.
Y claro, sólo pude darle dos respuestas lógicas
a mi pérdida:
La certeza de que una lamparita bastaba
para matar a esos bichos.
Y la certeza de que los peores bichos
actúan sin piedad y a plena luz del día.■
Alicia Florido
Militante feminista
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