02 diciembre 2022

#NachoMartínez - Brasil en marcha

Nacho Martínez         
Militante IU-Zaragoza

Marco Manlio a los pobres de Roma en el siglo IV a.C.: «Quo usque tandem ignorabitis vires vestras?» «¿Hasta cuándo seguiréis ignorando vuestra fuerza?»

Brasil en marcha

 
Lula ha vencido en las elecciones generales en Brasil, con casi el 52% de los votos, por poco más del 48% que consiguió su rival, Jair Bolsonaro. Es una victoria muy importante para la izquierda brasileña y para toda la latinoamericana, que han salido fortalecidas con este resultado. No es una excepción en la zona, la izquierda gobierna: Brasil, Colombia, Perú, Bolivia, Argentina, Chile, México, Cuba, Venezuela…

Como en todo proceso electoral hay mucho que analizar, no es sencillo comprender los acontecimientos políticos mientras se desarrollan, siempre es más sencillo hacerlo desde ese futuro que nos permite repasar y extraer conclusiones sobre un hecho del pasado.

Como punto de partida es interesante destacar que el Partido de los Trabajadores de Lula ha pasado de los 47 millones de votos en la segunda vuelta de 2018 a los más de 60 en la segunda vuelta de 2022, mientras en los mismos procesos electorales, el Partido Social Liberal de Bolsonaro apenas ha mejorado sus resultados en medio millón de votos.

Han sido años muy duros para la izquierda brasileña, atacada por la mayoría de los medios de comunicación, el sistema judicial brasileño, y con la amenaza perpetua del ejército –a 19 de noviembre de 2022 seguía habiendo acampadas en las puertas de bases militares por parte de simpatizantes de Bolsonaro pidiendo un Golpe de Estado–. La religión evangelista rezando y pidiendo el voto para el Trumpista más aventajado, estrellas del fútbol y exfutbolistas –con honrosas excepciones– apoyando abiertamente, desinformación de todo tipo. No ha sido fácil desbancar a un Gobierno que ha utilizado todos sus resortes para mantenerse en el poder, han sido enemigos muy fuertes al servicio de la oligarquía económica que dirige Brasil.

Los efectos de las políticas liberales de Bolsonaro han conseguido movilizar mucho más a sus oponentes que a sus seguidores. No por eso podemos obviar su capacidad de resistencia, pese a dirigir un gobierno caótico. Por ejemplo, durante la crisis del COVID-19, mantuvo su negacionismo mucho más allá de lo razonable con expresiones como esta: “el brasileño no se contagia porque es capaz de bucear en una alcantarilla y no le pasa nada”.

También, negacionista del cambio climático, su política sobre la Amazonia ha sido un desastre sin precedentes al desarrollar leyes que permiten la deforestación de zonas anteriormente protegidas, o bien, sin perseguir las ilegalidades de las distintas empresas madereras.

A pesar de todos los pesares y dificultades a los que se han tenido que enfrentar la izquierda ha ganado las elecciones. Otra cuestión será, una vez llegados al gobierno, que les sea posible aplicar un mínimo programa social que atienda la gravísima situación de millones de personas, fortalecer la sanidad o la educación públicas o impedir que la Amazonia siga reduciéndose.

Ya hemos visto que Bolsonaro y sectores importantes de sus seguidores no aceptan el resultado electoral, no es para menos. La derecha y sus representados tienen mucho que perder si Lula realiza cambios importantes en la realidad social brasileña. No parece probable que los militares den el golpe de Estado que piden los bolsonaristas, al menos a corto plazo. Lo que es seguro es que la derecha lo ataca ya desde mucho antes de llegar al Gobierno, y una vez en él, redoblará sus esfuerzos, movilizándose primero con una algarabía mediática con el fin de crear una sensación de alarma, y después movilizando todo lo que este en su mano, tribunales, organizaciones empresariales, presión de mandos del ejército.

La cuestión es que para combatir lo que se avecina solo existe una posibilidad para el Gobierno Lula, ganar más apoyo popular, es el único antídoto que podrá evitar su caída. Para ello amplias capas sociales deben identificarlo rápidamente como “nuestro Gobierno”, desde el principio se debe ver una diferencia sustancial en las condiciones de vida de la base social de la izquierda. Es obvio que no tendrá nada que ver un Gobierno Lula con el de Bolsonaro, pero además de serlo, tendrá que demostrarlo. En caso contrario quedara al albur de las presiones del oponente.

En toda Latinoamérica la derecha ha demostrado su fracaso más absoluto, la izquierda tiene una gran oportunidad histórica para cambiar la realidad de los distintos pueblos. Brasil es un país clave en este proceso de luchas y victorias electorales. El pueblo latinoamericano no ignora su fuerza, ni en lo electoral ni en la movilización, ahora debe hacerse más fuerte para ir más allá, antes de que el enemigo ponga a prueba esa fortaleza.■

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