Panorámica de la ribera del río Guadalope desde el Puente Nuevo |
La naturaleza asombrada
Algo así de intenso me ocurrió en mi último viaje a Alcañiz. Un paseo muy de mañana por el río Guadalope, en compañía de mi amiga Pili Rosique, me permitieron ver y sentir el paisaje de una forma nueva, infinitamente más rica, más plena de sentido. Es verdad que Pili, su irreductible entusiasmo vital, su constante pasión por un estilo de vida saludable, su enérgica defensa de la naturaleza, su preocupación medioambiental, fueron un poderoso detonante de esa experiencia en la que el espectáculo agreste de esa naturaleza, (el río aún con los vestigios de la última tormenta, algún pequeño huerto casi colgado del muro) me impactó como la revelación de un aspecto de la realidad ante la cual no hay otra vía de acceso que un admirado y sorprendido reconocimiento de que otra forma de estar en el mundo es posible.
Que Alcañiz esté rodeada de huertos es muy significativo. Que se siga cultivando las propias verduras de temporada pareciera que nos devuelve, como humanos, a nuestra esencia como seres que forman parte de lo natural. De alguna manera el vivenciar el río, los cabezos, los árboles, el paisaje, los animales, el huerto, la verdura fresca, nos lleva a un redescubrimiento de nosotros mismos en nuestra íntima capacidad creadora, en nuestra extraordinaria pulsión de vida, en nuestros valores más íntimos.
Es curioso que casi todas las manifestaciones de arte actual, a nivel mundial, proyectan una visión dolorosa, trágica y absurda de la condición humana. Sin duda, somos conscientes de que, como sociedad, estamos experimentando la deshumanización más brutal de todos los tiempos, el mundo se nos presenta como algo destruido, saqueado, devastado por el mismo hombre, sin embargo, aún podemos detenernos y reflexionar acerca de lo que el asombro pueda revelarnos cuando vemos con ojos nuevos nuestro entorno: estar en sintonía con aquello que fluye armónicamente, con cierto olvido de sí mismo y en una interrelación solidaria con lo demás, como es la naturaleza, pareciera algo absurdo en esta sociedad materialista e individualista, pero creo que Alcañiz es un lugar en el mundo donde nuestras facultades sensibles e intelectuales pueden recorrer un camino inverso en esa inexcusable y desafiante búsqueda de sentido.■
Inés Ramón
Poeta
vikdieciocho@gmail.com
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