05 agosto 2022

#MiriamFaci: «Belmonte es bonito, pero no tiene que ser un museo sino un pueblo vivo»

Miriam Faci, médico en el Centro de Salud de Alcañiz y en MIRALBE Salud es también concejala del Ayuntamiento de Belmonte/Bellmunt


Con personas como Miriam Faci Olmos (Logroño, 1970), no se vislumbra un futuro negro, ni tan siquiera oscuro sino lleno de luz y vitalidad para el medio rural o la España menos poblada. Médico en MIRALBE Salud y en el Centro de Salud de Alcañiz es también concejala del Ayuntamiento de Belmonte de San José/Bellmunt de Mesquí, Miriam Faci piensa que se vive mejor en un pueblo que en una ciudad.

Lo piensa, lo dice y lo practica en su vida diaria. “La calidad de vida de los niños, la libertad de salir a la calle, de jugar en la plaza, de inmunizarse con el barro o con los animales, eso no tiene nada que ver con las ciudades”, afirma rotunda y como si no admitiera réplica. Eso sí, reivindica el mayor nivel de servicios para los pueblos porque ella pretende que Belmonte, tan bonito como es, no sea “un museo sino un pueblo con vida”. Se trata de conseguir ‘el equilibrio entre la población urbana y la rural’ que defendían los regeneracionistas hace más de cien años. Por Ramón Mur

Usted pertenece a una familia asentada en el Bajo Aragón después de haber vivido en ciudades como Zaragoza. Parecen haber hecho el camino al revés: del medio urbano al rural en lugar de dejar el campo para emigrar a la ciudad, que es lo que ocurre a todas horas…

Sí , a mis padres siempre les gustó mucho el pueblo y siempre nos trajeron aquí y desde muy pequeñas nos enseñaron a que nos gustara estar en el pueblo y al final acabamos todas por esta zona. Mi padre es de Belmonte y luego se fue a vivir a Calanda donde conoció a mi madre, que venía de Valladolid, porque era hija de un empleado del Servicio Nacional del Trigo uno de cuyos destinos fue Calanda.

 

Ha sido y es bastante frecuente que algunos médicos se dediquen a la política. ¿En su caso qué cree que le aporta al desempeño de su cargo como concejala?

Yo creo que los médicos, en general, tenemos interés por el ser humano y su salud. Todo depende de un conjunto de circunstancias que hacen que ese ser humano se encuentre bien. Es decir, que la salud depende de estar bien pero también de vivir en un entorno saludable y de sentirse a gusto. O sea, que nos preocupa que todo el mundo esté bien. Nuestra profesión nos inclina a pensar en la persona en su conjunto y eso coincide bastante con realizar un servicio a la ciudadanía desde un ayuntamiento, por ejemplo.


 «En un pueblo se vive mejor que en una ciudad y de ninguna manera me plantearía, salvo por necesidad, volver a residir en una capital»

 

¿El ayuntamiento quema tanto como para dejarlo después de haberlo probado cuatro años?

A mí, personalmente, sí. A mí sí que me ha quemado mucho, me ha agobiado y me ha agotado el no poder hacer más cosas, el no poder participar en más temas…

 

¿Tiene la sensación de que no ha podido hacer por el pueblo todo lo que se había propuesto?

No, no he podido, me hubiera gustado hacer más, la verdad…

 

¿Y debido a qué su labor en el consistorio ha sido inferior a lo proyectado? ¿A qué usted está en minoría?

Eso, por un lado... Y porque creo que ha habido poco diálogo entre el equipo de gobierno de tres  y las dos concejalas [María José Rebullida y Miriam Faci], que estamos en minoría.


¿Un ayuntamiento con alcalde  y concejales de la misma o parecida edad y formación ha funcionado como cabía esperar?

Yo creo que no, que se podía haber aprovechado mucho más la valía de los cinco que estábamos allí. Se le podía haber sacado mejores resultados, habiendo más diálogo. Aunque debo decir que la falta de diálogo es imputable a todos. Yo creo que hemos tenido diferentes ideas en cuanto a lo que pensábamos que convenía al pueblo y entonces se ha roto la relación que había al principio.


«Las normas contra la Covid se cumplieron en los pueblos como correspondía y no es verdad eso de que aquí nos las pasamos a la torera»

 

 ¿Se puede decir que usted perdió fuerza en el Ayuntamiento por su insistencia en querer reabrir la escuela en Belmonte contra  el criterio del grupo municipal de gobierno?

Sí, porque además eso a mí me ha agotado mucho. Yo no pretendía abrir la escuela por un interés personal ni por  ningún tipo de mérito propio sino porque consideraba que era muy importante para el porvenir de Belmonte y lo sigo pensando. Y lo pensaré siempre, salga o no salga.

 

Sin embargo hay muchas personas contrarias a las mini-escuelas de pueblo porque piensan que la enseñanza y la educación son más deficientes en estos centros…  

La formación en estos centros de enseñanza es diferente, desde luego, pero no deficiente. Al revés. Si encuentras un buen maestro, que los hay muy buenos, ese buen profesional se dedica a un solo niño de forma directa e individualizada, algo que no ocurre en los centros de enseñanza de las ciudades. En las grandes escuelas el alumno pasa a ser un número, mientras que en las pequeñas no ocurre lo mismo sino que la enseñanza es más personal e individualizada. Y realmente el que  ha querido seguir estudiando ha salido de las escuelas rurales con capacidad para prolongar su formación en instancias superiores.


«En los pueblos tienen que existir todos los servicios exigibles. En un pueblo debemos tener de todo y si no lo hay, me da igual lo bonito que sea el pueblo. Por eso hay que luchar sin descanso por  dotar a los pueblos de los máximos medios de vida»

  

Usted es una concejala que ha apostado y que sigue apostando muy fuerte por traer nuevos pobladores a Belmonte. Vienen tele-trabajadores cualificados junto a personas necesitadas de un empleo aunque sea precario... Unos y otros aportan al pueblo aumento de vecinos por igual, ¿no?

Pues  yo supongo que todos aportarán su parte, todos aportamos lo que podemos en este mundo. Pero yo, personalmente, pienso que a mí me aportan más los que buscan un trabajo con urgencia que los que tele-trabajan. Se relacionan más con la gente y tengo una relación fluida con ellos, quizás sea porque salen mucho de casa.

 

No ha conseguido usted la escuela pero sí un servicio de microbús para que los niños de Belmonte puedan bajar juntos a la escuela de Torrevelilla. Algo es algo…

Pues para mí todo lo que se puede conseguir aquí es mucho porque resulta bastante complicado lograr cosas nuevas en pueblos como el nuestro. Bajo la perspectiva de mi experiencia personal, que me obligó a irme a vivir a Alcañiz para que mis hijas pudieran ir al colegio, yo lo consulté con los padres y, en el consenso con ellos, trasladé la solicitud a la Delegación Provincial de Educación. 

 

Parece claro que el turismo funciona muy bien en el Bajo Aragón. ¿Y en Belmonte?

Yo creo que en Belmonte también funciona el turismo, que ha aumentado bastante y me imagino que tiene que ver con todo lo que se está haciendo a través de la ruta de las oliveras centenarias, con los videos y libros promocionales… Se está viendo gente con frecuencia. Alberto Bayod, el alcalde, es consejero comarcal de Turismo y trabaja con la asociación de Turismo del Bajo Aragón. La cercanía de la comarca del Matarranya ayuda también. Suben autobuses organizados por el IES Bajo Aragón, el organista Jaime Antonio Marqués trajo igualmente personas desde Andorra a un concierto… En fin, hay en el pueblo más movimiento turístico que nunca.

 

A usted le importa mucho que el pueblo “esté vivo” y que los jóvenes, como sus hijas, por ejemplo, se puedan divertir en Belmonte. ¿De verdad piensa que la juventud de hoy carece de medios a su alcance para pasarlo bien?

Yo pienso que la juventud va sobrada de medios y por eso se aburre en todas partes, en los pueblos y en las ciudades. Pero sí me gustaría que en ellos se creara al menos la duda de que en el futuro pudieran volver a vivir a Belmonte. Me gustaría que se lo plantearan por lo menos y para eso es necesario que el pueblo siga vivo y que tenga toda clase de servicios, todo lo que la gente necesita para vivir. Que estuviera bonito pero no como un museo sino con vida.

 

¿Quiere usted decir que, por paradójico que parezca, la juventud actual no se divierte y se aburre precisamente por la abundancia de medios con la que cuenta?

Es  una paradoja pero es lo que ocurre. Nosotros no teníamos nada o muy poquitas cosas y nuestra imaginación era muy grande, mientras que ahora tienen tantas cosas al alcance de su mano que no imaginan como pasárselo bien, se estancan en unas formas de diversión en vez de inventar otras.


Miriam Faci y Ramón Mur durante un momento de la entrevista en el lugar conocido como “El Palio” de Belmunt.




¿En un pueblo como Belmonte a una médico como usted le toca intervenir a cualquier hora, aunque sea de manera informal?

Bastante frecuentemente, sí. No es continuo  pero sí me ha tocado intervenir en bastantes ocasiones. Pero sin agobios, no es algo que me importe sino que lo hago con naturalidad. Al fin y al cabo, es un servicio cotidiano del que vivo.

 

¿Es buena la salud de Belmonte en estos momentos?

Pues… sus vecinos están bastante bien, ahora que se van suavizando las restricciones por el Covid, y pueden volver a reunirse. Pero la verdad es que durante la pandemia afectó mucho a los sentimientos de la gente el tener que estar solos tantas horas. Pero aquí y en todas partes, lo mismo en los pueblos que en las ciudades. En el pueblo, desde luego, también afectó esta situación. Por eso es tan importante que haya centros de reunión como el bar o el hogar de los jubilados.

¿Es verdad que en los pueblos el confinamiento nunca fue total porque se  salía al campo a pasear el perro, por los corrales…?

A ver, la gente salía al monte pero no se reunía y se cumplieron las normas del confinamiento como en cualquier sitio. Uno salía con el perro, el otro iba al huerto y mi marido se iba con el tractor al campo pero volvía a casa sin juntarse con nadie. Y mis hijas estuvieron aquí tele-trabajando, en casa, sin salir. Su comportamiento, como el de todos los más jóvenes del pueblo, fue admirable porque están en una edad difícil para vivir encerradas.

¿Se plantea la posibilidad de tener que volver a residir en una ciudad? 

No. Salvo por necesidades de mis hijas o por motivos profesionales, la verdad es que no me lo plantearía. Yo no cambio la vida  de un pueblo por la de una ciudad y prefiero vivir en Belmonte que en Zaragoza. Hoy en día el vivir en un pueblo es igual que vivir en una ciudad. Tienes los mismos medios, te puedes desplazar con un coche donde quieras, igual que te cuesta una hora cruzar Madrid, te cuesta lo mismo ir de Belmonte a Zaragoza. Y desde luego la calidad de vida de los niños, la libertad de salir a la calle, de jugar en la plaza, de inmunizarse con el barro o con los animales, eso no tiene nada que ver con las ciudades. Y la pandemia me ha confirmado que lo peor es vivir confinado en colmenas que llevan los mismos conductos y vías de acceso. Ésa sí es la forma de vida más fácil para la extensión de una pandemia. La vida es mejor, para mí sin la menor duda, en el pueblo que en la ciudad. Otra cosa es que puedas hacerlo o no. Pero se vive mejor en el pueblo que en la ciudad: a nivel de salud, en cuanto a oportunidades de salir… Mi madre, por ejemplo, se relacionaba en Zaragoza con mucha menos gente que en Belmonte. Todo cuesta mucho tiempo en la ciudad.

 

Sin embargo, todavía no se ha conseguido el ansiado equilibrio entre la población urbana y la rural por el que ya pugnaban los regeneracionistas hace cien años.  Hay más de todo en una ciudad.

¡Pero si yo puedo ir a la ciudad cuando quiera! No me hace falta vivir allí. Ahora, eso sí, en los pueblos tienen que existir todos los servicios exigibles. En un pueblo debemos tener de todo y si no lo hay, me da igual lo bonito que sea el pueblo. Por eso hay que luchar sin descanso por  dotar a los pueblos de los máximos medios de vida. Nadie pretende que haya una empresa de arreglo de antenas de televisión en Belmonte pero sí que exista una en la zona  a la que puedas acudir con rapidez. Si realmente a mí me cuesta lo mismo desplazarme a Alcañiz para trabajar que ir a buscar el pan en Zaragoza: ¡si son veinte minutos! ¡Si es que no hay más! ¿Sabes?


«Los psicólogos son necesarios siempre y si no se acude más a ellos es porque son pocos en la Seguridad Social y no todo el mundo puede pagar consultas reiteradas»

 

 ¿Sus padres y sus hermanas le animan a seguir en el Ayuntamiento?

No.

 

¿Por qué?

Porque creen que me afecta a la salud. Si no sigo en el Ayuntamiento también me afectará tanto o más, es verdad.  Pero, por lo menos, la gente no lo sabrá.

 

¿Y les va a hacer caso?

Probablemente sí.

 

¿La pandemia ha afectado en Belmonte  más o menos de lo que se esperaba?

Yo creo que menos y fue así porque se cumplieron las normas. No es verdad eso que se ha dicho de que en los pueblos nos lo habíamos pasado todo a la torera. No es cierto. Sino hubiéramos cumplido la normativa, en un pueblo como el nuestro, hubiera sido catastrófico, se podían haber producido hasta un 60% de bajas. En Belmonte no falleció nadie a causa del Covid-19. Hubo  creo que dos fallecimientos pero fue por otras causas.


«El turismo funciona muy bien en la comarca del Bajo Aragón y en pueblos como Belmonte crece de forma palpable»

 

Su marido es agricultor. ¿En su casa se habla más de lo poco que llueve o del aumento de los casos de contagio por coronavirus?

De todo un poco pero más de lo poco que llueve porque mi marido lo lleva mejor, yo soy más penosa. El lo lleva con otro humor.


¿Alguna de sus hijas será agricultora?

Nayara algunas veces se lo plantea. Maestra o agricultora. También puede ser las dos cosas.


¿La convivencia entre los vecinos de Belmonte es igual, mejor o peor que en otros pueblos?

Yo pienso que la convivencia es más o menos igual en todas partes. Hay momentos muy buenos. Me gustaría pensar que somos como una pequeña familia, aunque también a veces te llevas sorpresas. Pero creo que es lo que más o menos pasa en todas partes. También en los pueblos hay diferencias pero quizá le quitamos hierro. Lo que me parece peor es que somos muy conformistas en los pueblos. Estamos bien y tendemos a no luchar más. Eso es lo que me parece peor. Quizá en los pueblos los vecinos son muy acomodados. Cada uno lucha mucho por sí mismo pero poco en grupo, por el pueblo. Es verdad que aquí ocurre algo grave y acuden todos. Más que en la ciudad, donde si te caes nadie acude en tu ayuda e incluso te roban el bolso. Aquí eso no pasa. Pero quizá falta más unidad vecinal a la hora de preparar proyectos para el bien común del pueblo. La gente se agrupa poco para hacer cosas.

 

Si las comarcas funcionan bien ¿cree que siguen siendo necesarias las diputaciones provinciales?

Yo creo que las comarcas son necesarias. ¿Las diputaciones? Pues quizá no deberían desaparecer pero sí debería reducirse el personal. Esta reducción es algo que debería aplicarse, en general, en todas las instituciones.

 

¿En el supuesto de seguir en política, le gustaría ser diputada en las Cortes de Aragón, por ejemplo?

No. No me gusta la política. Yo solo estoy en política, si lo quieres ver así, por Belmonte. No tengo ningún interés por avanzar en política, ni hacer carrera en ese sentido. Yo entiendo lo que hago en el Ayuntamiento como un intermediario de los vecinos del pueblo ante las diferentes entidades institucionales y sociales.


¿Qué le parece que aporta ‘Compromiso y Cultura’ al Bajo Aragón?

Aporta muchas cosas, es un medio para comunicarse, para  expresar distintas opiniones sobre la comarca y conocer muchas cosas del Bajo Aragón que se desconocen. Es una labor muy importante la que se hace en CyC, tanto Raúl Andreu como todos los que colaboráis con la revista.

 

¿Qué labor desempeñan los centros de reconocimientos médico-psicotécnicos y gabinetes psicológicos en el medio rural?

Es una forma de aproximarse al medio rural porque antes había que ir a Teruel o a otras ciudades para sacarse el carné de conducir o la licencia de armas. Ahora eso se hace en Alcañiz, en un punto mucha más cercano a todas las poblaciones de una demarcación  rural como la nuestra. Así, con esa idea, montamos nuestro centro de reconocimientos MIRALBE Salud. Y en cuanto a los gabinetes psicológicos, yo pienso que los psicólogos son necesarios siempre. Es una buena cosa que estén cerca y que puedas tú acercarte a ellos. No se va a ellos todo lo que es necesario porque la mayoría atienden en consultas de pago. Si hubiera más plazas en la Seguridad Social, se iría más porque necesarios son. Pero, claro, no todo el mundo puede permitirse el pago de consultas reiteradas. En el centro de salud de Alcañiz solo hay tres psicólogos para una comarca que abarca al Bajo Aragón Histórico con alrededor de 80 mil personas porque también se da servicio a la comarca de Caspe. Pienso que llevan demasiada población para tres personas. Por otra parte, hay que decir que todavía tenemos que avanzar mucho culturalmente en este aspecto porque bastante gente cree que ir al psiquiatra o al psicólogo es porque uno está loco.

 

¿Alguna de sus hijas estudiará medicina?

A la mayor, Sandra, le gustaría. Al menos estudiará alguna carrera de la rama de la salud.


Ramón Mur               
Periodista
belmonte.mur@gmail.com
https://ramonmur.wordpress.com/

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