12 agosto 2022

#InésRamón - El arte en el mundo rural




El arte en el mundo rural

Cuando llegué a Alcañiz, hace 21 años, hubo muchas cosas que me llamaron poderosamente la atención respecto al clima, el paisaje y el carácter de las personas, como piezas de un puzzle donde cada aspecto específico solo representaba una parte de un paisaje donde todo estaba vinculado entre sí de forma indisociable, armoniosa en su singularidad, cabal en su particular idiosincrasia.

Sin entrar en determinismos simplificadores, pude constatar que el carácter extremo del clima propiciaba algunas circunstancias que no dejaban de sorprenderme, pasmarme algunas veces, en ese progresivo descubrimiento. Recuerdo mis primeras visitas a los cabezos, esas zonas rocosas donde se empecinaba en crecer una vegetación capaz de soportar las temperaturas abrasadoras del verano y la ausencia de agua propia de un clima tan seco.

De manera especial, recuerdo con nitidez la hondura de la impresión estética y vital que me produjo ver alguna higuera creciendo entre las rocas: de qué manera sus raíces eran capaces de partir la piedra, buscar la grieta y hundir allí su irreductible pulsión de vida. Yo venía de un clima templado y húmedo en Argentina, así que me impresionaba ver a aquellas ramas que se retorcían para emerger, para expandirse, burlando cada día la quemazón del verano y la ausencia de un terreno amable donde poder enraizar, pero que, sin embargo, y contra todo pronóstico, eran capaces de dar ‒en su tiempo‒ unas brevas oscuras, dulcísimas.

De la misma manera, considero que el medio rural no constituye un terreno propicio para el arte. Si bien en nuestra Comarca existe una tradición milenaria de arte y cultura que se ha mantenido como una poderosa herencia cultural y patrimonial, sabemos también que los procesos de concentración demográfica y económica de las grandes ciudades han propiciado una polarización succionadora de las manifestaciones artísticas. Ser artista en el mundo rural exige la misma resistencia, tenacidad y porfía que manifiesta la higuera en medio del secarral. Afortunadamente nuestra tierra ha dado y sigue ofreciendo al mundo artistas de distintas disciplinas que son auténticos embajadores y dignos representantes del arte en todo el mundo, cuya sensibilidad, creatividad y solidaridad reivindicativa nos invitan a mirar abiertamente a lo trascendental o lo perdurable del ser humano, a su capacidad creadora. Ellos son los que nos conectan a nuestra herencia artística y nos proyectan a nuevas expresiones capaces de interrogar a la realidad. Sin duda, nuestra respuesta como sociedad ante estos nuevos signos artísticos (en cuyos matices nos reconocemos y podemos leer aquellos mensajes que nos invitan a una lectura renovada del ser, como diría mi amiga Pepa) debería ser el apoyo incondicional.

Entre nosotros hay extraordinarios artistas: pintores, músicos, escultores, escritores, creadores en diversas disciplinas y modalidades: hombres y mujeres llenos de talento, originalidad, rebeldía, que con sus propuestas nos mueven a la reflexión, a la libertad, a la interrogación del mundo, a la expansión intelectual y emocional. Nos sacuden, nos emocionan, nos inquietan con sus obras, puesto que cada uno de ellos ha tenido que defender su pulsión creadora en un medio que no es el más propicio, en la aridez y la hosquedad de nuestras rocas aragonesas. Han tenido que sostener en el tiempo su vocación artística, han tenido que hundir raíces en lo agreste, lo inhóspito, lo adverso para crear una obra que hable con voz propia, extender ramas insólitamente vivas. Como las higueras, empeñadas en dar fruto.■


Inés Ramón                
Poeta
vikdieciocho@gmail.com

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