Los espías vuelven a surgir del frío
El espionaje produce montañas de documentos: el 99 % no deberían ser secretos y la mayoría son irrelevantes
Desde John Le Carré a Graham Greene o Ian Fleming en la ficción, pasando por los reales “Pegasus”, el Mossad y la KGB o el MI-6, la peste de los espías sigue contaminando la política exterior e interior de los países afectados (que en general lo son todos, los poderosos y algunos que no lo son). Claro que ese sórdido mundo que ha excitado la imaginación literaria y la cinematográfica del último siglo, no tiene nada que ver con James Bond, el espía seductor e invencible, ni con el romanticismo elegante y amoral que se suele añadir a historias más bien patéticas como la de Mata-Hari, Christine Keeler (caso Prófumo) los Rosemberg, Kim Philby, Anthony Blunt o Ivanovich Abel (El protagonista de la brillante película de Spielberg “El puente de los espías”).
Los “arcana imperii”, los famosos secretos de Estado, cuya defensa o adquisición han sido objeto de incontables ensayos y narraciones desde los tiempos de griegos, romanos o egipcios. Pero lo cierto es que, desde la modernidad hasta nuestros días, la idea, tan sobrevalorada, de los “arcana”, está a la baja. A través del análisis de los famosos Papeles del Pentágono y la guerra de Vietnam, realizado por la filósofa alemana Hanna Arendt (“La mentira en política”) se desmitifica el valor de los tan preciados documentos secretos. “Uno de los peligros del exceso de la ‘clasificación’ de documentos es que no sólo niega el acceso a los ciudadanos y a sus representantes electos el acceso a lo que deben saber para formarse una opinión y tomar decisiones, sino que los que reciben la autorización para conocer los hechos relevantes, permanecen cómodamente ajenos a ellos. Y no es porque una mano invisible se los oculte deliberadamente, sino porque tienen unos hábitos mentales que no les facilitan ni la inclinación ni el tiempo necesario para buscar hechos pertinentes entre montañas de documentos, noventa y nueve por ciento de los cuales no deberían ser secretos y la mayoría de los cuales son irrelevantes con respecto a fines prácticos”. “Vietnam –concluye la Arendt– es un ejemplo increíble de la utilización de medios excesivos para conseguir objetivos de poca importancia en una región de escaso interés político-estratégico”.
En un mundo global dominado por la ubicuidad y omnipotencia de los móviles, internet, redes sociales, drones y “hackers” el tema de los espías y los “arcana imperii” resulta por lo menos superfluo, aunque se pueden vivir casos tan ridículamente explotados como el sistema “Pegasus” y su uso contra políticos españoles e independentistas. Con el “catalangate” los “indepes” logran una vía más para su victimismo y además el Gobierno les regala el lamentable sacrificio de una ministra –por actividades de seguridad nacional, la mayoría refrendadas por el correspondiente permiso judicial- y como propina, obtener paso libre para fisgonear en un organismo que se ocupa de cuestiones más graves que los coqueteos de determinados políticos catalanes con alguna “potencia del mal”, léase los siervos de Putin.
La torpeza y el interesado pactismo gubernamental puede poner en peligro las misiones del Centro Nacional de Inteligencia y la seguridad nacional. Imaginen el clima esquizofrénico que supone que “los enemigos del Estado” a los que se había ordenado vigilar (ERC, Bildu y la CUP) sean los “socios” que garantizan la mayoría parlamentaria. Sería interesante saber qué opinan los socios de España en la OTAN, cuya “cumbre” es dentro de un mes y pico en Madrid. Pero muy abiertos a compartir secretos no creo que estén.
De todas maneras, dejando al margen la presumible falta de lógica del mundo del espionaje en estos tiempos, la dinámica de los recientes acontecimientos sugiere algo alarmante: la previsible vuelta a una nueva “guerra fría” (ojalá no sea “caliente”) y con ello la alarmante tragicomedia psicológica mundial de la segunda mitad del siglo pasado, esta vez con tres actores principales, los EEUU, la Rusia putinesca y China. El régimen chino “prospera” bajo el capitalismo más salvaje y consumista, con el guantelete de hierro de un autoritarismo vestido con la lógica del superviviente y la disciplina férrea del partido pseudocomunista. Pekín pasa a primera línea en la lucha por la hegemonía, mal que les pese a los otros dos.
En el libro de Pere Cardona, “Osos, átomos y espías” (ed. Principal de los Libros) podrán comprobar ustedes la escasa categoría de los políticos y científicos, espías, prensa y pensadores que –con honrosas excepciones– habían de auspiciar un nuevo orden tras la Segunda Guerra Mundial. Tensión, miedo al holocausto nuclear, batallas de medios de comunicación y la actividad penosa de los servicios de inteligencia (esos organismos son a la inteligencia lo que la música clásica a la música militar), forman un entramado que muestra la sobrevivencia activa de la estupidez, el orgullo, la vanidad y la codicia de los hombres.
El problema no es que todo ese paquete desvirtuara las cuestiones ideológicas –las más citadas y las menos respetadas– en aquellos tiempos, sino el que no aprendimos nada y por tanto volvamos a repetir errores semejantes. En cuanto a los intereses financieros, comerciales, nacionalistas o racistas siguen siendo el motor del proceso. Por tanto vamos a volver a la “guerra fría”, con sus hornadas de informantes, negociantes, granujas de toda laya, vampiresas sin traje largo, “frikis” informáticos comprados en subasta o drones de alta AI capaces de destrozar algo con la eficacia de un rayo laser y sin riesgo alguno. Sin embargo, es un ejercicio de conocimiento crítico muy útil leer los errores, arbitrariedades, exageraciones y ridículas tragedias causadas por políticos, militares y espías en acción durante la anterior “guerra fría”. Sumemos las anécdotas que han sembrado las posteriores “guerras calientes” en Vietnam, Afganistán, Siria, Irak, Oriente Medio (etc.). Pues bien, lo que nos viene encima amenaza con superarlas. A más medios y parecida estupidez irresponsable, mayor daño.
Lean consecutivamente a Hanna Arendt y a Pere Cardona. A través de una pedagógica proyección del pasado sobre el futuro en estos textos, veremos la clase de cóctel explosivo que se está preparando. Y aunque sabemos que el azar puede alterar todas las previsiones, es más que probable que algunas de las cuestiones que apuntan esos dos libros las veamos más o menos fielmente reflejadas en eventos futuros, no tanto en los detalles como en las líneas de actuación y su falta de sentido común, coherencia o veracidad.
Analicemos algunos datos del libro de Cardona: Quizá habrá algún caso semejante al de los Rosemberg en Occidente, China o Rusia; el nuevo Powell no será un piloto eyectado sino un empresario tecnológico o alimentario; redes como la de Trigon las esparce la CIA y la KGB por todos los países; será probable que un futuro presidente Trump (si tienen
–tenemos– tan mala suerte) o el mismo Putin, pidan a sus perros de presa que atenten contra la vida de cualquier dirigente político incómodo, como con Castro en tiempos de Kennedy. Pero no se dará la jugada de carambolas que provocó la caída del Muro de Berlín. Y menos la de la pequeña Samantha Smith cuya carta dirigida al presidente Yuri Andrópov en 1983 logró frenar un conflicto nuclear.
La conclusión es que, con algunas excepciones, el entramado de políticos mal formados, de militares que van, a lo suyo y de servicios de “inteligencia” que no son inteligentes, va a causar que en la segunda mitad del siglo XXI (si no nos hemos quedado sin planeta antes) salgan narraciones y anécdotas, quizá no en libros de papel –espero no llegar a ver tal cosa– similares a las que nos cuenta Cardona. Aunque ya no podrán titularse con mención a osos (extinguidos). Pero sí a espías, paradigma del chismorreo interesado, a menudo falaz y casi siempre inútil.■
FICHAS
OSOS, ÁTOMOS Y ESPÍAS.-Historias sorprendentes de la guerra fría.- Pere Cardona. Ed. Principal de los Libros. 428 págs.
LA MENTIRA EN POLÍTICA.- Hanna Arendt.- Trad. Carmen Criado.- Alianza Editorial.-101 págs.
Alberto Díaz
Periodista, Psicólogo y Crítico literariocharlus03@yahoo.es
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