02 mayo 2022

#LuisMiguelHerrero - ¿Quo vadis Europa?



¿Quo vadis Europa?


Tras dos largos años de inesperada pandemia llevamos dos meses de inesperada guerra en el Este de Europa. Una de las tres potencias militares mundiales, Rusia, ha desarrollado un ataque masivo en las principales ciudades de Ucrania, un país ligeramente más grande que España en superficie y un poco menos poblado que el nuestro.


Millones de personas se han tenido que refugiar fuera de sus fronteras, dejando otros muchos millones desamparados en el hambre, el frío y el horror de una guerra.

El conflicto se ha visto localizado en Ucrania a nivel militar; a nivel económico se está desarrollando a nivel mundial. Las potencias occidentales han impuesto duras sanciones a Rusia. Este país sigue siendo una superpotencia militar, aunque económicamente no está entre los principales actores, como pueden ser los Estados Unidos, China, Alemania o Japón. No obstante, la Federación Rusa es una potencia muy influyente en el sector energético con importantes yacimientos de petróleo y gas. Asimismo ambos países tienen importancia relativa en la producción de cereales.

Situación DIG: Deuda, Inflación y Guerra (DIG significa Cavar en inglés; y cavar normalmente es ir hacia abajo).

Estamos en las primeras semanas desde el inicio de la guerra y las consecuencias ya las hemos notado en nuestros bolsillos: Incremento del precio de los combustibles y la electricidad. Esto influye directamente en la economía familiar y empresarial ya que todos los utilizamos, e indirectamente en el precio de los productos y servicios ya que además los proveedores tienen que repercutir la subida de sus costes a los precios de lo que venden para no entrar en pérdidas. A ello se suma la subida de los productos alimenticios básicos (aceite, trigo, cebada, etc.), metales, fertilizantes, etc. que hacen que la inflación esté muy cerca del 10% anual (una barbaridad...).

Respecto al riesgo de subida de precios ya avisaban desde hace años importantes economistas; llevamos más de una década con grandes inyecciones de dinero desde la Reserva Federal y los Bancos Centrales más importantes del mundo. Ello ha desembocado a una larga época de intereses negativos (desde 2016; algo contra natura en las finanzas. Lo lógico es que el poseedor de capital cobre intereses y el deudor pague por el servicio del dinero). Se han hinchado los precios de una serie de activos de forma artificial y han aumentado las diferencias entre una pequeña élite muy pudiente que ha incrementado sus grandes fortunas y el resto de los mortales. La deuda pública de los países desarrollados ha aumentado hasta niveles altísimos respecto a los PIB's a unos tipos de interés irrisorios, de forma que cuánto más debían los países (mayor riesgo), menos pagaban por los intereses. La bolsa americana ha subido más de 12 años, en el rally más largo de su historia. Los activos inmobiliarios han vuelto a precios de 2008. En cambio en la economía real hemos disfrutado de una larga década sin apenas inflación... Pero desde hace 1 año parece que se ha terminado la tranquilidad de precios y está desbocada la subida.

¿Qué sería lo lógico en un entorno con un IPC tan alto? Subir los tipos de interés para enfriar la economía. Pero tenemos 2 problemas: Uno, venimos de una pandemia en la que se redujeron los PIB's y todavía no se han recuperado, con lo que la subida de tipos nos haría entrar probablemente en recesión (el miedo a la “estanflación”, inflación sin crecimiento económico). Y el segundo, muy complicado de resolver: Una subida de tipos representaría elevar el coste de la deuda, y resultaría especialmente problemático en los Estados fuertemente endeudados (en 2008 la deuda era principalmente privada). Así que veremos cómo desharán las altas esferas el nudo gordiano en el que nos encontramos, pero no es fácil. En todas las crisis anteriores han buscado la solución tirando más gasolina al fuego (imprimiendo más dinero), pero es que llevamos muchos años con esta aplicación y parece que no da para más...

A nivel microeconómico: Ya vivimos una situación similar en España desde la crisis del petróleo de los años 70 y las altas inflaciones que tuvo el país hasta mediados de los 90; estábamos con una peseta con continuas devaluaciones, inflación y tipos de interés altos. ¿Qué ocurrió entonces? Qué aquellos que invirtieron en activos reales (inmuebles, empresas, renta fija, plazos fijos, etc) mantuvieron o ampliaron su poder adquisitivo, a la vez que obtenían réditos (alquileres, dividendos, intereses, etc.) pero los que se quedaron con el dinero en efectivo vieron como disminuía año a año su poder de compra.

Las subidas de precios suelen favorecer al que está endeudado y perjudica al que tiene el dinero sin invertir. Ayuda a pagar la deuda y erosiona el ahorro más conservador/improductivo.

Dentro de las economías más desarrolladas del mundo Europa tiene la debilidad de carecer de materias primas, perder industria y haberse quedado en un segundo plano en las empresas tecnológicas, lo que va hace que nos debilitemos frente a Estados Unidos y el sudeste asiático, los primeros ricos en materias primas y empresas tecnológicas, los segundos además con una gran localización industrial materializada en los últimos 30 años con un gran crecimiento y cambiando las zonas productivas de la OCDE hacia China y los países de alrededor.

Esperemos que las políticas de la Unión Europea, y a nivel mundial, ayuden a salir de la encrucijada de precios altos y tipos bajos en la que nos encontramos sin que perjudique gravemente a su población, pero a priori no será fácil, menos contando con el importante conflicto de Ucrania que no parece tener solución a corto plazo. Andaremos y veremos...■

Luis Miguel Herrero 
Economista

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