Momento de la demolición de las tres torres de refrigeración de la Central Térmica de Andorra el pasado 13 de mayo. |
Final de era
El derribo de las tres torres de refrigeración de la Central Térmica de Andorra ha supuesto un paso más en la asimilación colectiva del cierre de una etapa social y económica de nuestro territorio. Toda la riqueza y trabajo que trajeron las centrales térmicas, se nos han ido marchando de entre las manos. Primero fue Aliaga, después Escucha y finalmente ha cerrado Andorra. Las toneladas de CO2 que expulsaban a la atmósfera estas centrales ya han dejado de hacerlo y eso era imprescindible para el futuro ecológico y medioambiental.
Sin embargo hemos perdido una importante baza de nuestra soberanía energética, con la pérdida de nuestras centrales térmicas a nivel nacional. Y por otra parte, y no menos importante, es la pérdida de puestos de trabajo estables y cualificados que se ha producido con la desaparición de este sector energético y estratégico y que las nuevas fórmulas de generación eléctrica a través de renovables, no darán -una vez acabadas de construir estas plantas eólicas o fotovoltaicas- ni de lejos los puestos de trabajo que generaban las centrales térmicas con sus reparaciones, mantenimientos y transporte de carbón. Todo lo damos por bueno y desde la honestidad ecológica aceptamos la desaparición de estas industrias contaminantes. Sin embargo no podemos dejar de tener la sensación de ser los “pagafantas” de esta fiesta en donde, durante muchos años, se han aprovechado y explotado laboral y medioambientalmente de este territorio, y cuando ya no hemos sido útiles nos han dado la patada.
Cualquier discurso sobre la lucha contra la despoblación o el equilibrio territorial suena a risa con el derribo de la torres de refrigeración. Por ahora sólo tenemos promesas de nuevas empresas mientras la juventud de Andorra se queda sin alternativas.■
Cualquier discurso sobre la lucha contra la despoblación o el equilibrio territorial suena a risa con el derribo de la torres de refrigeración. Por ahora sólo tenemos promesas de nuevas empresas mientras la juventud de Andorra se queda sin alternativas.■
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