Los intereses del sistema del momento no podían permitir que nadie osara cuestionar sus valores. El hecho de que una persona alertara de los privilegios de unos pocos frente a las necesidades vitales de una mayoría, con frecuencia acaba como todos sabemos. Siempre ha sido así.
Ahora en Ucrania. Un líder rico acostumbrado a tomar lo deseado ha decidido coger lo que no es suyo. Frente a ese deseo la vida de los demás no tiene ningún valor. ¿Cuántas personas sin distinción de edad, ni condición social están viviendo su monte calvario desde hace semanas? Ocultos en lo que suponen refugios seguros entierran a sus muertos tras haber sufrido un calvario no buscado ni deseado.
¿Cuántas personas anónimas han sido ejecutadas tras su calvario como el Cristo de nuestra Semana Santa?
Antes fueron los sirios con las mismas justificaciones. Y los libios. ¿Se acuerdan de las marchas de protesta que se llevaron a cabo en muchísimas poblaciones en contra de la guerra en Irak? ¿Se acuerdan de las escusas para justificar la guerra?
¡Cuántos mártires las sufrieron! Vivieron su monte calvario y muchos fueron asesinados.
Como las liturgias de las religiones se repiten, el ego de los poderosos también nos lleva a situaciones repetitivas a lo largo de la historia: todo lo que moleste al poder establecido se aniquila. Si hay personas inocentes y no implicadas en la proximidad no se parará la ejecución, no importan los muertos ni el sufrimiento. Forma parte de la condición humana.
Es de ingenuos pensar que esto se puede cambiar. Muchos lo han intentado y se les ha considerado héroes, pero sólo mientras la memoria, que es efímera, los sustenta. ¿Cuántas personas han fallecido en los mares intentando huir de su desgraciado destino buscando el paraíso y ya ni nos conmueve?■
Ángela Lara
Concejal PSOE Ayto. Alcañiz
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