Bergantinos dibujan un 'RIU SI' en agosto de 2014. |
El Bergantes seguirá siendo un río vivo
A finales del pasado mes de abril conocíamos la noticia que los berganteros estábamos esperando desde que hace nueve años comenzara la pesadilla en torno a la construcción de la presa de laminación de Aguaviva, planteada por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) en el cauce del río Bergantes, una joya natural que cuenta con diversas y relevantes figuras de protección y un elemento a nivel social muy importante para todos los aguavivanos.
La argumentación esgrimida por la CHE desde aquel momento fue que era necesaria la construcción de esta infraestructura para proteger la seguridad de la presa de Calanda, aguas abajo ya en el río Guadalope, dado que al estar construida con materiales sueltos corría el riesgo de que, en caso de una gran avenida, la lámina de agua rebosase por su coronación y el muro pudiera venirse abajo, como ocurrió en el embalse de Tous (Valencia) en el año 1982.
Han tenido que transcurrir nueve años y muchas horas de trabajo y esfuerzo de todas las personas que se han implicado en este difícil cometido para acabar confirmando que los argumentos defendidos por “el Bergantes no se toca” desde el inicio del conflicto eran los correctos.
Desde que se conoció la noticia a través de los medios de comunicación, ya que previamente no se había informado al respecto a los vecinos y vecinas de la localidad, el pueblo de Aguaviva se levantó de forma unánime contra el proyecto, constituyendo la plataforma “el Bergantes no se toca”, que a partir de entonces lideró y coordinó todas las acciones para hacer frente a las intenciones de la CHE, motivando dicha oposición en las grandes afecciones ambientales, sociales y económicas que supondría para el territorio, y en la existencia de otras alternativas viables y sin dichos impactos.
Nunca se negó que, si verdaderamente existía ese riesgo en la seguridad del embalse de Calanda, debía actuarse a la mayor brevedad posible, pero haciéndolo con intervenciones sostenibles desde todos los puntos de vista. Y es más, se pusieron diferentes opciones encima de la mesa, ya que la postura de los afectados siempre ha sido proactiva en la búsqueda de soluciones.
Así pues, desde el principio se defendió que debía actuarse en la raíz de la problemática, es decir, en la propia presa de Calanda, y no desviar el foco al Bergantes, un río prácticamente virgen, algo casi único en la cuenca mediterránea, cuyos valores naturales se deben proteger y conservar. De esta forma, se propuso ejecutar el proyecto de nuevo aliviadero en el embalse calandino que preveía el Plan Hidrológico del Ebro, así como el recrecimiento de Santolea, entonces todavía pendiente, y otro tipo de medidas no estructurales como la mejora en la gestión de las avenidas o la recuperación de llanuras de inundación.
Por su parte, la CHE puso en marcha toda su maquinaria, contando con la complicidad de ciertos sectores políticos, mediáticos y económicos, negando cualquier posibilidad de diálogo e intentando pasar por encima de un movimiento que cada vez iba creciendo más, estableciendo además sinergias con el resto de conflictos del agua, como los de Yesa, Mularroya, Biscarrués, el Delta del Ebro, etc. Cualquier acción reivindicativa planteada por “el Bergantes no se toca” era secundada por decenas de personas, y para el recuerdo quedarán actos como las multitudinarias manifestaciones, el “RIU SÍ” con letras humanas en la Plaza de la Iglesia o el “Abrazo al río” en el Puente de Cananillas, entre otras muchas y variadas actividades. Además, la causa también fue sumando el apoyo de numerosas personas, de multitud de colectivos de todo tipo, y de técnicos expertos en la materia que apoyaron y reforzaron los argumentos en defensa del río Bergantes.
Quizás, el punto de inflexión se produjo en febrero de 2014, cuando la Plataforma y la Fundación Nueva Cultura del Agua organizaron en Alcañiz el Foro Técnico y Ciudadano sobre el río Bergantes, con la participación de una decena de expertos y profesores universitarios procedentes de todo el país, de los agentes sociales y políticos del territorio, así como de la propia Confederación. Allí se evidenció, de manera todavía más rotunda, que existían diversas alternativas de actuación, más incluso de las que ya se habían planteado, por lo que las tesis de la CHE argumentando que la presa de Aguaviva era la única solución posible no se sostenían.
Un año más tarde, en febrero de 2015, durante el procedimiento de Evaluación Ambiental, la Subdirección General de Medio Natural del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente se expresó al respecto valorando la ocupación directa de hábitats protegidos incluidos en la Red Natura 2000 como una afección significativa sobre la integridad del espacio, por lo que de acuerdo a lo dispuesto en la legislación vigente, únicamente se podría autorizar el proyecto “en el caso de que responda a razones imperiosas de interés público de primer orden y no existan otras alternativas viables”.
Además, en el mismo documento se profundizaba en este sentido afirmando que la determinación de la ausencia de alternativas se debería realizar “de manera extensiva y minuciosa, incorporando todas las posibles soluciones a la problemática que actualmente presenta el embalse de Calanda, sean éstas estructurales o no”.
A raíz de este pronunciamiento el Ministerio requirió a la CHE documentación adicional para justificar las cuestiones que se habían puesto en entredicho, a lo que el organismo de cuenca fue incapaz de responder, viéndose obligado a solicitar en julio de 2015 la anulación del expediente del proyecto, lo que supuso la primera gran victoria del movimiento bergantero, pero no el fin del conflicto.
Tras un pequeño paréntesis, la Confederación retomó el tema, si bien el enfoque fue ya bastante distinto, percibiéndose un cambio de talante hacia los propios afectados. Así pues, se puso en marcha un nuevo estudio de alternativas, cuyo proceso incluyó una parte participativa con todas las entidades y administraciones implicadas, con las que se consiguió consensuar un documento de recomendaciones sobre cómo abordar la solución al problema de seguridad en la presa de Calanda.
Abrazo del río Bergantes en agosto de 2015. |
Este nuevo estudio de alternativas demostró ser mucho más riguroso y llegó a barajar hasta veintidós opciones diferentes, de las que nueve fueron consideradas válidas y viables, las cuales se trasladaron al Ministerio para que éste emitiese el correspondiente documento de alcance del Estudio de Impacto Ambiental (EsIA), lo que finalmente sucedió este pasado mes de abril. De esas nueve posibilidades, finalmente el MITECO ha decidido que únicamente se deberán considerar cuatro, las más adecuadas por tener menor impacto sobre el medio ambiente: tres posibles nuevos aliviaderos en el embalse de Calanda con diferentes tipologías y tamaños, o una nueva presa de hormigón justo debajo de la actual.
De esta forma, el Ministerio descarta por completo la opción de la presa de Aguaviva, quedando reducidas las cuatro posibles alternativas a opciones que proponen actuar sobre el origen de la problemática existente, es decir, sobre la propia presa de Calanda. Y aún más, el MITECO establece que, sobre la base de estas alternativas, deberá estudiarse la posibilidad de implementar otras actuaciones no estructurales que reduzcan aún más los posibles impactos detectados, y que el cauce del río Bergantes no debe sufrir “la más mínima alteración de sus características naturales” por los trabajos de la propuesta que finalmente sea ejecutada.
Por desgracia, han tenido que transcurrir nueve años y muchas horas de trabajo y esfuerzo de todas las personas que se han implicado en este difícil cometido para acabar confirmando que los argumentos defendidos por “el Bergantes no se toca” desde el inicio del conflicto eran los correctos, ya que ha quedado demostrado que no era posible realizar un proyecto de embalse en el cauce del Bergantes por sus importantes afecciones, y que existían otras alternativas más viables y sostenibles desde todos los puntos de vista para poder dar solución al problema de seguridad en el embalse de Calanda.
No obstante, también cabe resaltar en la parte positiva que este conflicto consiguió unir a todo un pueblo que se alzó con fuerza y tesón para defender su dignidad, su identidad, su cultura y su propia supervivencia, lo que ha demostrado que, pese a la enorme diferencia de recursos, las luchas justas y honestas siempre valen la pena y, en ocasiones, incluso obtienen su recompensa.
Ahora a los berganteros nos toca seguir disfrutando de nuestro tesoro, “lo riu menut”, conservándolo ante la incipiente masificación que ha sufrido en los últimos años, y seguir remando para que ese descarte lo sea ya de una manera definitiva. Porque, gracias a su gente, el Bergantes seguirá siendo un río vivo.■
Aitor Clemente
Alcalde de Aguaviva / Ganar Aguaviva
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