Teruel, ¿economía circular o vertedero?
En su mensaje de fin de año 2021 el Sr. Lambán, presidente de la DGA, apuesta, entre otros asuntos, por un Teruel que sea referencia nacional en la economía circular.
Desarrollo Sostenible, Transición Ecológica, Transición Energética, Transición Justa, Economía Circular son términos que en los últimos tiempos afloran con asiduidad en los discursos con los que políticos, empresarios y técnicos diversos pretenden justificar sus políticas económicas, sus estrategias empresariales o sus proyectos tecnológicos destinados a intentar revertir los desastres ambientales que desde la Revolución Industrial iniciada el s. XVIII ha caracterizado nuestro actual modelo de desarrollo. Entre ellos, el de Economía Circular ha adquirido especial resonancia en la actualidad y es objeto de debate tanto en los ámbitos de la economía, de la ciencia, como en el de la ecología.
Ciertamente una de las actividades, que no la única, que considera este modelo de economía es la del reciclado de materiales. El reciclado de materiales es la última posibilidad de recuperar el valor de los materiales y por ello es la actividad que menos valor recupera frente a otras como reparar, reutilizar, refabricar, etc. Reducir todas sus propuestas (aligeramiento; durabilidad; eficiencia; sustitución; ecodiseño: facilidad de mantener, reparar, actualizar, refabricar, reducción de residuos, reciclar; fomentar el alquiler; préstamo o intercambio frente a propiedad, etc.) al exclusivo del reciclado sería no entender o querer manipular de manera torticera los presupuestos en los que se asienta.
La implementación en todo su potencial de una economía circular exige el concurso de diseñadores, proyectistas, economistas, industriales de producción de recursos, gestores de residuos y recicladores. Solo con el concurso de todos estos técnicos y aquellos otros específicos de sectores singulares como, por ejemplo, arquitectos en el urbanismo y la edificación, junto con la implicación de los ciudadanos podremos abordar eficazmente la estrategia de Economía Circular. Mientras tanto seguiremos reduciendo nuestras intervenciones en el ámbito de los residuos a los hasta ahora escasamente eficaces sistemas de reciclado. Téngase en cuenta como ejemplos que, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, más del 40 % de lo recogido en el cubo amarillo es rechazado en las plantas de separación. O que, según Greenpeace, de los envases de plástico que tan educadamente depositamos en estos contenedores amarillos solo se recuperan un 25,4 %. O que la composición de un tetrabrik, 75 % cartón, 20 % plástico polietileno y 5 % aluminio, hace imposible actualmente su completa recuperación material. Y, en consecuencia, la mayor parte de nuestros residuos, de no aplicarse correctamente una economía circular, seguirán siendo depositados en vertederos.
Viene a cuento esta reflexión porque desde hace más de cuarenta años hemos visto aparecer por diversos municipios del Bajo Aragón, a oleadas, proyectos de instalaciones de reciclado de materiales varios, acompañados en algunos casos por la correspondiente incineración (aceites industriales, neumáticos, residuos tóxicos y peligrosos) que afortunadamente fueron rechazados, salvo en el caso de una industria de reciclado de baterías de plomo y fragmentación de metales. La cual, aun habiendo aportado una cantidad de puestos de trabajo muy necesarios para la economía local, no cumple los mínimos exigidos para ser considerado un proyecto respetuoso con el concepto de economía circular, al revertir parte de los residuos que no son utilizables y/o rentables para sus intereses a un vertedero municipal. Y ahora, en virtud de la resolución del Instituto para la Transición Justa para la concesión de ayudas dirigidas a proyectos empresariales y pequeños proyectos de inversión, convocatoria del año 2021, vemos que en municipios de la comarca de Andorra-Sierra de Arcos se van a instalar o ampliar, de un total de seis proyectos, cinco relacionados con el tratamiento de residuos.
Esto no es desarrollar una economía circular, es simple y llanamente seguir llenando el territorio de potenciales vertederos.
Las sucesivas ayudas a proyectos que el ITJ va considerando en los últimos tiempos nos indican una actuación errática del ministerio debida a la carencia de un modelo de desarrollo sostenible en el proceso de reindustrialización de las comarcas mineras en transición.■
Desarrollo Sostenible, Transición Ecológica, Transición Energética, Transición Justa, Economía Circular son términos que en los últimos tiempos afloran con asiduidad en los discursos con los que políticos, empresarios y técnicos diversos pretenden justificar sus políticas económicas, sus estrategias empresariales o sus proyectos tecnológicos destinados a intentar revertir los desastres ambientales que desde la Revolución Industrial iniciada el s. XVIII ha caracterizado nuestro actual modelo de desarrollo. Entre ellos, el de Economía Circular ha adquirido especial resonancia en la actualidad y es objeto de debate tanto en los ámbitos de la economía, de la ciencia, como en el de la ecología.
Ciertamente una de las actividades, que no la única, que considera este modelo de economía es la del reciclado de materiales. El reciclado de materiales es la última posibilidad de recuperar el valor de los materiales y por ello es la actividad que menos valor recupera frente a otras como reparar, reutilizar, refabricar, etc. Reducir todas sus propuestas (aligeramiento; durabilidad; eficiencia; sustitución; ecodiseño: facilidad de mantener, reparar, actualizar, refabricar, reducción de residuos, reciclar; fomentar el alquiler; préstamo o intercambio frente a propiedad, etc.) al exclusivo del reciclado sería no entender o querer manipular de manera torticera los presupuestos en los que se asienta.
La implementación en todo su potencial de una economía circular exige el concurso de diseñadores, proyectistas, economistas, industriales de producción de recursos, gestores de residuos y recicladores. Solo con el concurso de todos estos técnicos y aquellos otros específicos de sectores singulares como, por ejemplo, arquitectos en el urbanismo y la edificación, junto con la implicación de los ciudadanos podremos abordar eficazmente la estrategia de Economía Circular. Mientras tanto seguiremos reduciendo nuestras intervenciones en el ámbito de los residuos a los hasta ahora escasamente eficaces sistemas de reciclado. Téngase en cuenta como ejemplos que, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, más del 40 % de lo recogido en el cubo amarillo es rechazado en las plantas de separación. O que, según Greenpeace, de los envases de plástico que tan educadamente depositamos en estos contenedores amarillos solo se recuperan un 25,4 %. O que la composición de un tetrabrik, 75 % cartón, 20 % plástico polietileno y 5 % aluminio, hace imposible actualmente su completa recuperación material. Y, en consecuencia, la mayor parte de nuestros residuos, de no aplicarse correctamente una economía circular, seguirán siendo depositados en vertederos.
Viene a cuento esta reflexión porque desde hace más de cuarenta años hemos visto aparecer por diversos municipios del Bajo Aragón, a oleadas, proyectos de instalaciones de reciclado de materiales varios, acompañados en algunos casos por la correspondiente incineración (aceites industriales, neumáticos, residuos tóxicos y peligrosos) que afortunadamente fueron rechazados, salvo en el caso de una industria de reciclado de baterías de plomo y fragmentación de metales. La cual, aun habiendo aportado una cantidad de puestos de trabajo muy necesarios para la economía local, no cumple los mínimos exigidos para ser considerado un proyecto respetuoso con el concepto de economía circular, al revertir parte de los residuos que no son utilizables y/o rentables para sus intereses a un vertedero municipal. Y ahora, en virtud de la resolución del Instituto para la Transición Justa para la concesión de ayudas dirigidas a proyectos empresariales y pequeños proyectos de inversión, convocatoria del año 2021, vemos que en municipios de la comarca de Andorra-Sierra de Arcos se van a instalar o ampliar, de un total de seis proyectos, cinco relacionados con el tratamiento de residuos.
Esto no es desarrollar una economía circular, es simple y llanamente seguir llenando el territorio de potenciales vertederos.
Las sucesivas ayudas a proyectos que el ITJ va considerando en los últimos tiempos nos indican una actuación errática del ministerio debida a la carencia de un modelo de desarrollo sostenible en el proceso de reindustrialización de las comarcas mineras en transición.■
Vicente Ibáñez, ciudadano de Andorra (Teruel)
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