Joana Boix Zorrilla. Instagram @lazorri.ya |
Una historia… de miedos
Esta es la historia de unos miedos. Concretamente, de unos aterradores miedos nocturnos. Pero no de esos que te hacen mirar entre la pelusilla bajo tu cama, ni dentro del armario o los cajones, o hacen que te escondas bajo las sábanas con la certeza absoluta de que así los «malos» no te verán y los monstruos no te olerán.
No, los miedos de esta historia son mucho más listos que tú. Durante el día permanecen escondidos, apenas respiran para que no notes su presencia, leen tus pensamientos y te observan. Si en algún momento se cruzan en tus tareas, saben esquivarte para que no les prestes demasiada atención. Incluso hay veces que pueden llegar a parecerte graciosos.
Cuando llega la noche, esperan a que te duermas y cuando tu cuerpo está relajado, tu respiración es más sosegada y sueño más profundo, se acercan a tu oído, te susurran unas palabras y… ¡zas! Te despiertan de un sobresalto. Y aquí termina la paz de tus sueños y comienza el momento pesadilla.
Porque esos miedos vienen en forma de esa cuota pendiente que te ha devuelto el banco, de la llamada importante que has olvidado hacer, de la lavadora que hace horas que terminó su ciclo y sigue esperando que vayas a vaciarla. De ese lunar que te viste por la mañana y no le diste importancia o de la cita del médico que estás postergando por falta de tiempo, o ganas.
Y se convierten en una carta de desahucio, en una oportunidad perdida para tu hijo, en una masa de ropa mohosa cuyo olor no se desaparecerá nunca. Y vienen mil y una enfermedades a tu mente, y las tienes todas, seguro, porque estás notando todos y cada uno de los síntomas que por curiosidad leíste en «Doctor Google Informa».
Esta es la historia de los miedos que nos creamos en nuestras cabezas, que sólo son fuertes por las noches, porque en cuanto llega el amanecer y la vida comienza a despertar, desaparecen como por arte de magia. Y como somos animales de tropezar dos o tres veces con la misma piedra, y si no está en nuestro camino ya nos preocupamos de ir a buscarla, comenzamos un nuevo día sintiendo el poder de controlarlo todo de nuevo.
Tristes mortales. Esos miedos tienen vida propia y volverán. Porque nacieron para recordarnos que el procrastinar no está mal, siempre que no nos vaya la vida en ello, para hacernos vivir centrados en el momento presente y no en lo que tenemos que hacer la próxima semana o para que nos demos cuenta hasta donde llegan nuestras posibilidades y vivamos dentro de ellas.
Esta es la historia de unos aterradores miedos nocturnos… que vienen para ayudarnos. ¿Los conoces?■
Sonia Bel Faci
Escritora y actriz
www.soniabelfaci.com
Escritora y actriz
www.soniabelfaci.com
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