10 diciembre 2021

#JoséRodríguez - Bacterias… ¿amigas o enemigas?


Bacterias… ¿amigas o enemigas?


El planeta Tierra tiene unos 4500 millones de años y las condiciones para que apareciera vida no se dieron hasta hace 3500 millones de años… momento en el que aparecen los primeros seres vivos en forma de bacterias procariotas. Eran anaerobias, es decir, no necesitaban el oxígeno para vivir, y es que en esos momentos debido a la presencia de muchos volcanes, la composición del aire era mayoritariamente nitrógeno, azufre y carbono.

Pero con el paso del tiempo surgen un tipo de bacterias llamadas cianobacterias oxigénicas cuya principal característica es que producían oxígeno (gracias a la energía solar) y lo expulsaban fuera de ellas en un proceso similar a la fotosíntesis que hoy en día realizan las plantas. Gracias a esto, empieza a aumentar el porcentaje de oxígeno en nuestro aire, la evolución y diversificación de las diferentes especies dio un acelerón tremendo ya que se pudo empezar a utilizar el oxígeno como una fuente de energía muy eficiente.

Por lo tanto, lo primero que debemos agradecer a las bacterias es que crearan la atmósfera que conocemos y que nos permite vivir en la faz de la tierra.

Por otro lado, ya intuimos que nuestros verdaderos antepasados son las bacterias (de todos los seres vivos del planeta), compartimos bastante más material genético del que sospechamos.
Podemos encontrarlas en todos los rincones del mundo, sean cuales sean las condiciones (cálidas/frías, húmedas/secas, mares/desiertos…), se han adaptado de manera brutal a todos los hábitats terráqueos.

¡Una cucharada de tierra contiene unos mil millones de bacterias!

¿Y cómo influye esto en nosotros?
Los seres humanos “sólo” llevamos 200.000 años en la tierra, así que hablando en cuestión de tiempo somos unos recién llegados y nos hemos desarrollado como especie en ambientes llenos de bacterias. De hecho, es posible (como se demuestra en muchos estudios científicos) que nos hayan ayudado de manera determinante en nuestra evolución.

Sistema común de mucosas
El cuerpo humano tiene una serie de barreras que nos aíslan del exterior, protegiéndonos de microbios, sustancias irritantes, pérdida de agua o temperatura…

Uno podría pensar que nuestra frontera mas importante con el exterior es la piel, pero fallaría y por mucho… la piel solo tiene una superficie de 1,5 – 2 m2.

El intestino tiene unos 200 m2de superficie (como una pista de tenis), así que es, por mucha diferencia, nuestra frontera más importante.

Esto se demuestra fácilmente si además decimos que el sistema inmune (defensivo) de nuestro cuerpo está en un 80% en el intestino… de cada 10 células defensivas, 8 están en el tubo digestivo…
Además del intestino, la boca, los ojos, la nariz, las vías genitourinarias y las respiratorias forman parte de esas fronteras… reciben el nombre de sistema común de mucosas.

¿Qué tienen en común todas las mucosas de nuestro cuerpo?
Tienen una capa de bacterias en su exterior, con las cuales mantenemos una relación de cooperación mutua. Nosotros les damos cobijo y sustento nutricional y ellas, a su vez, nos proveen de muchos beneficios. Es lo que conocemos como flora bacteriana.
La más conocida es la intestinal, pero tenemos bacterias en todas las mucosas del cuerpo y nos protegen de otros patógenos (bacterias malas, virus u hongos), nos proveen de ciertas vitaminas y hormonas, nos ayudan a eliminar sustancias tóxicas…

Además, todas las mucosas están comunicadas entre sí mediante el sistema de la linfa, por donde se mueven nuestras células defensivas, como si fueran comunicaciones entre los distintos cuarteles de un mismo país. Esto explica que a veces tengamos una infección en una mucosa determinada y que podamos tener síntomas en otras zonas del cuerpo.

Nutrición, sistema defensivo y flora bacteriana
Las bacterias del tracto digestivo tienen un papel fundamental en la nutrición, de hecho, ya se sabe que algunos de los nutrientes esenciales que absorbemos a nivel intestinal, lo hacemos gracias a que han sido previamente “procesados” por la flora. Nosotros les damos comida al alimentarnos y ellas nos ayudan a aprovechar todos los nutrientes. Así es como se ha ido forjando la relación de simbiosis durante toda nuestra historia como especie. Pero ojo, porque las diferentes clases de bacterias también tienen preferencias en cuanto a la comida y como hay mucha variedad de ellas, debemos tomar una amplia variedad de alimentos para poder “alimentarlas”. Las hay que prefieren los hidratos de carbono (sacarolíticas) o las que prefieren las proteínas (proteolíticas)… La clave es tener una diversidad amplia y que cada tipo de bacterias esté en el sitio adecuado.

Otra función importante la realizan mediante la interacción que tienen con nuestro sistema defensivo, y es que viven pegados y en continua comunicación. Si tenemos la flora correcta (la que nos genera beneficios) y en los lugares correctos (por ejemplo, no viven las mismas bacterias en el intestino delgado que en el grueso) nuestro sistema inmune está tranquilo y no genera respuestas inflamatorias. Pero si por la razón que sea, hay un cambio en su composición, se va a producir un debilitamiento en nuestro sistema inmune, porque las bacterias son la primera barrera defensiva (esto ocurre por ejemplo, cuando viajamos a otro país y sufrimos infecciones intestinales bebiendo la misma agua que los locales toleran con normalidad, pues tienen un sistema inmune preparado para ese ambiente en concreto).

Estilo de vida y efectos en la flora bacteriana
Uno de los problemas que vemos hoy en día es que debido a las condiciones de vida que tenemos los seres humanos, estas poblaciones bacterianas que viven dentro de nosotros están viéndose alteradas y debilitadas. La contaminación, la dieta procesada, el sedentarismo o el estrés crónico son grandes enemigos, por no hablar del sobreuso de fármacos tanto en los animales que nos comemos como en el ámbito médico. Los antibióticos son grandes medicamentos que nos salvan la vida en situaciones de infección, pero también acaban con las bacterias buenas de nuestras mucosas… y con todas aquellas funciones imprescindibles que llevan a cabo para el mantenimiento de la salud… nuestros ríos, lagos y mares reciben cantidades importantes de antibióticos y otros bactericidas que están acabando con la diversidad de la vida (un claro ejemplo es la situación del Mar Menor en Murcia).

A la alteración en la composición de la flora se le conoce como disbiosis bacteriana y ya se ha relacionado como factor predisponente en el desarrollo de enfermedades muy diversas que están en auge en las sociedades avanzadas; desde la obesidad al cáncer, de las alergias al Alzheimer o de las enfermedades autoinmunes a las alteraciones cardiovasculares…Todas estas patologías tienen una base inflamatoria importante y recordemos que si la población bacteriana está mal, nuestro sistema inmune se desbalancea provocando mayor tendencia a la inflamación.

La verdadera dimensión de las bacterias
Gracias a los avances tecnológicos hemos podido cuantificar cuantas bacterias tenemos dentro de nuestro cuerpo y los científicos se sorprendieron al descubrir que hay mas células bacterianas que células propias en nuestro organismo… y se hicieron la pregunta de quién realmente lleva a quién… ¿Nosotros llevamos bacterias o son ellas las que nos llevan a nosotros?

Diversos experimentos (con animales) confirman esta hipótesis. Vieron como el comportamiento de los perros que eran infectados por la bacteria de la Rabia cambiaban totalmente su comportamiento… de ser animales dóciles, pasaban a ser agresivos y mordían y así la bacteria podía transmitirse de manera mas eficaz… o los ratones infectados por toxoplasma (en este caso es un parásito intestinal) perdían el miedo a los gatos e iban hacia ellos porque el toxoplasma necesita reproducirse en el intestino del gato y no lo puede hacer en el del ratón… curioso...

O sea que incluso estas poblaciones bacterianas pueden influir en nuestro comportamiento. Puede que como seres humanos nos hayamos atribuido una importancia mayor en el devenir del planeta, incluso las religiones predican que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza… pero desde luego que las bacterias tienen un papel determinante (para lo bueno y para lo malo) en nuestras vidas.■


José Rodríguez
Fisioterapeuta
josefisiosalud@gmail.com

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