Una joven prometedora
Emerald Fennell (2020) – Inglaterra
Película de extremos la que os presento este mes en Compromiso y Cultura, ensalzada por unos y vilipendiada por otros, sobre todo tras sus varias nominaciones y premio Oscar al mejor guion. Una joven prometedora en mi opinión es simplemente una película en la que su directora, Emerald Fennell, nos muestra desde su punto de vista toda la rabia, el dolor, los traumas y la frustración que ha generado una violación, y a partir de ese cúmulo de sensaciones que se ven representadas en su personaje principal, Cassie, la directora monta una película llena de venganza y una especie de intento de liberación del machismo que todavía perdura en nuestra sociedad.
Así que tu tarea como espectador será descubrir qué tipo de persona es Cassie, ¿es una psicópata?, ¿una especie de superhéroe femenina que lucha contra el patriarcado?, ¿o quizás una joven rota psicológicamente que intenta recomponerse de una manera poco ortodoxa?
Para un servidor el mayor acierto de la directora es tomar partido desde el principio y sin ningún tipo de reparos al igual que hace Cassie: humillar a los hombres y mostrarlos como seres básicos y primitivos, engreídos, que se creen que cada mujer está hecha para su disfrute y utilizan las más rastreras y vergonzosas tácticas para conseguir su pieza, como en los documentales de la sabana africana se aprovechan de la gacela más desvalida o de la que por un descuido se ha apartado del rebaño. Parece que a algunos les ha escocido ver a hombres pillados en un renuncio cuando Cassie los pone en su sitio y les da lo que merecen; en fin, tantos años de dominación sobre la mujer es lo que tiene. La película también se sostiene por la gran actuación de Carey Mulligan, que nos muestra las dos caras de Cassey, la del día a día normal, y la Cassey que por la noche recorre los antros de la ciudad buscando aplacar su sed de venganza.
La pena es que con el paso de los minutos la película se desinfla un poco, y todo por culpa de algún giro inesperado de la trama que considero prescindible, como la historia de amor -con un momento de auténtico sonrojo amenizado musicalmente para más inri con una canción de ¡Paris Hilton! que parece hacer naufragar la película-. También hay un personaje de un abogado que parece un pegote añadido que no aporta nada, y sobre todo el final, que en este caso podemos librar de la culpa a la directora, porque en una entrevista reconoció que tuvo que añadir otro desenlace obligada por los productores. Así que haceos a la idea que los últimos cinco minutos de la película sobran.
La banda sonora es ideal para los millennials que por el año 2000 estaban en la flor de la vida. Está compuesta por versiones de canciones bastantes intrascendentes que no creemos que pasen a la historia de la música -por lo menos a la de la nuestra-, aunque sí que hay que reconocer que hay una versión instrumental del tema Toxic de Britney Spears hecha con violines que es maravillosa y ella sola se basta para hacer remontar la parte casi final del filme.
Es una lástima que Una joven prometedora se quede en eso, una promesa que podía haber dado mucho más de sí, aunque nos deja sobre aviso de una directora, Emerald Fennell, que sin tapujos llama a las cosas por su nombre y que con esta película se alza en representación de las mujeres que desde el inicio de los tiempos han tenido que aguantar el sometimiento del hombre y que, por desgracia y a los hechos me remito, sigue tratando a la mujer como un mero objeto para su satisfacción personal.
Creo que no ando muy desencaminado si afirmo que Una joven prometedora se convertirá en una película de culto.■
Para un servidor el mayor acierto de la directora es tomar partido desde el principio y sin ningún tipo de reparos al igual que hace Cassie: humillar a los hombres y mostrarlos como seres básicos y primitivos, engreídos, que se creen que cada mujer está hecha para su disfrute y utilizan las más rastreras y vergonzosas tácticas para conseguir su pieza, como en los documentales de la sabana africana se aprovechan de la gacela más desvalida o de la que por un descuido se ha apartado del rebaño. Parece que a algunos les ha escocido ver a hombres pillados en un renuncio cuando Cassie los pone en su sitio y les da lo que merecen; en fin, tantos años de dominación sobre la mujer es lo que tiene. La película también se sostiene por la gran actuación de Carey Mulligan, que nos muestra las dos caras de Cassey, la del día a día normal, y la Cassey que por la noche recorre los antros de la ciudad buscando aplacar su sed de venganza.
La pena es que con el paso de los minutos la película se desinfla un poco, y todo por culpa de algún giro inesperado de la trama que considero prescindible, como la historia de amor -con un momento de auténtico sonrojo amenizado musicalmente para más inri con una canción de ¡Paris Hilton! que parece hacer naufragar la película-. También hay un personaje de un abogado que parece un pegote añadido que no aporta nada, y sobre todo el final, que en este caso podemos librar de la culpa a la directora, porque en una entrevista reconoció que tuvo que añadir otro desenlace obligada por los productores. Así que haceos a la idea que los últimos cinco minutos de la película sobran.
La banda sonora es ideal para los millennials que por el año 2000 estaban en la flor de la vida. Está compuesta por versiones de canciones bastantes intrascendentes que no creemos que pasen a la historia de la música -por lo menos a la de la nuestra-, aunque sí que hay que reconocer que hay una versión instrumental del tema Toxic de Britney Spears hecha con violines que es maravillosa y ella sola se basta para hacer remontar la parte casi final del filme.
Es una lástima que Una joven prometedora se quede en eso, una promesa que podía haber dado mucho más de sí, aunque nos deja sobre aviso de una directora, Emerald Fennell, que sin tapujos llama a las cosas por su nombre y que con esta película se alza en representación de las mujeres que desde el inicio de los tiempos han tenido que aguantar el sometimiento del hombre y que, por desgracia y a los hechos me remito, sigue tratando a la mujer como un mero objeto para su satisfacción personal.
Creo que no ando muy desencaminado si afirmo que Una joven prometedora se convertirá en una película de culto.■
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