Maixabel
Icíar Bollaín (2021) – España
Seguramente esta película causará disparidad de opiniones dependiendo del tipo de espectador que se acerque al cine atraído por el peliagudo tema del que trata Maixabel. Me explico: pese a que el anuncio del fin de ETA fue hace justo ahora 10 años, la perspectiva con la que puede verse esta película varía en función de muchos factores y de los diferentes prismas desde los cuales cada persona ha vivido esos terribles años de terror y sufrimiento. Las diferentes miradas de familiares de víctimas de ETA, de familiares de los terroristas, de estos mismos, de los cuerpos de seguridad del Estado, de la gente que vivió atentados de cerca, o de los que vivieron esos años intentando convivir con el odio y el miedo en esa zona de guerra en que se convirtieron Navarra y el País Vasco durante demasiados años. También es muy importante la visión que de esta película pueden tener los más jóvenes, que apenas recuerdan o quizás no hayan oído hablar de ETA, para que sean conscientes de lo que se vivió no hace tanto tiempo. Así que voy a intentar daros mi punto de vista sobre Maixabel, un punto de vista que en este caso más que nunca va a ser personal e intransferible, y no quiero que os condicione a la hora de ir a ver esta película. A partir de ahí que cada uno procese la película en función de como vivió en su día esos difíciles años.
Un servidor vivió su juventud esos años en el meollo del asunto, en un lugar donde al colegio asistían en la misma clase familiares de víctimas de ETA, un par de pupitres al lado familiares de presos o de ETA, el hijo de un Guardia Civil y en el pupitre de detrás, un militante de Jarrai. También vivió con inconsciencia la Kale Borroka, y tuvo bastante suerte de librarse de algún malentendido con las fuerzas del orden, que en aquellos tiempos podría haber supuesto un trauma de por vida quizás. No era fácil ser joven en aquellos tiempos en los que todo era blanco o negro, o estabas en un bando o en otro, siempre eras el enemigo de alguien, o de uno o de los otros, tenías que tener cuidado de lo que decías, cómo lo decías y a quién se lo decías, y las relaciones personales se iban resquebrajando. Desconfianza, miedo, paranoia, eso es lo que respiramos en esas bonitas y verdes montañas en las que un cielo plomizo y gris fue cubriéndolo todo durante décadas dejándonos a todos los habitantes una lúgubre huella que perdurará para siempre.
Así que desde lo que viví podría poner ciertas trabas a la película, partiendo del hecho en que se basa en hechos reales, aunque algunos de ellos ficcionados, sobre Maixabel Lasa, cuyo marido Juan María Jáuregui fue asesinado por ETA. En mi opinión se tendría que haber utilizado más el euskera para que fuera más creíble, sobra alguna escena de auto-homenaje partidista, -algunos personajes secundarios tenían más recorrido del que se les da-, hay una parte en la película en el que el personaje de Maixabel queda un poco aparcado, y ese final made in Hollywood no era necesario. La película pierde el efecto sorpresa después del exhaustivo documental de Jon Sistiaga, ETA: El final del silencio, del libro y la multipremiada serie Patria o el programa Salvados de Jordi Évole.
Un servidor vivió su juventud esos años en el meollo del asunto, en un lugar donde al colegio asistían en la misma clase familiares de víctimas de ETA, un par de pupitres al lado familiares de presos o de ETA, el hijo de un Guardia Civil y en el pupitre de detrás, un militante de Jarrai. También vivió con inconsciencia la Kale Borroka, y tuvo bastante suerte de librarse de algún malentendido con las fuerzas del orden, que en aquellos tiempos podría haber supuesto un trauma de por vida quizás. No era fácil ser joven en aquellos tiempos en los que todo era blanco o negro, o estabas en un bando o en otro, siempre eras el enemigo de alguien, o de uno o de los otros, tenías que tener cuidado de lo que decías, cómo lo decías y a quién se lo decías, y las relaciones personales se iban resquebrajando. Desconfianza, miedo, paranoia, eso es lo que respiramos en esas bonitas y verdes montañas en las que un cielo plomizo y gris fue cubriéndolo todo durante décadas dejándonos a todos los habitantes una lúgubre huella que perdurará para siempre.
Así que desde lo que viví podría poner ciertas trabas a la película, partiendo del hecho en que se basa en hechos reales, aunque algunos de ellos ficcionados, sobre Maixabel Lasa, cuyo marido Juan María Jáuregui fue asesinado por ETA. En mi opinión se tendría que haber utilizado más el euskera para que fuera más creíble, sobra alguna escena de auto-homenaje partidista, -algunos personajes secundarios tenían más recorrido del que se les da-, hay una parte en la película en el que el personaje de Maixabel queda un poco aparcado, y ese final made in Hollywood no era necesario. La película pierde el efecto sorpresa después del exhaustivo documental de Jon Sistiaga, ETA: El final del silencio, del libro y la multipremiada serie Patria o el programa Salvados de Jordi Évole.
Pero a pesar de todo esto Icíar Bollaín sale milagrosamente indemne de un ejercicio tan arriesgado y camina al borde del precipicio llegando a buen puerto gracias al buen trabajo de los actores, un guión con algunos momentos destacables, y una dirección que consigue emocionarnos durante todo el metraje, convirtiendo Maixabel en una película NECESARIA. Una película que habla de los remordimientos y sobre todo el perdón, un perdón que algunos pedirán, otros darán, y aunque no consiga nunca curar el dolor ni cicatrizar las heridas, es un canto de esperanza y una mano tendida a ambos bandos para que esto nunca más vuelva a repetirse.■
No hay comentarios:
Publicar un comentario