José Miguel Celma. Portavoz PP Bajo Aragón |
La factura de la luz
Conozco pocos documentos de más difícil comprensión que la factura eléctrica. Por más veces que intenten explicarlas y simplificarlas, la realidad es que la práctica totalidad de los usuarios desconocen cómo se calcula el importe a pagar. En lo que nadie tiene el menos atisbo de duda es que esa cantidad es cada vez mayor y que el Gobierno de España no hace nada por evitarlo.
La luz es hoy un bien de primera necesidad. Basta con ver cada uno de los hogares de nuestro país para comprobar cuántos electrodomésticos precisan de la electricidad y aquellos aparatos que usamos en nuestro día a día para hacernos la vida mucho más cómoda. No es un bien de lujo, es imprescindible, aunque por el importe que vamos a tener que pagar por él lo parezca.
¿En qué ha ayudado a reducir el precio las medidas que anunció el Gobierno o que se afana en vender y revender el ministro de Consumo, Alberto Garzón? Lo único que han conseguido es demostrar su ineficacia en la resolución de los problemas de los españoles, porque la factura es cada vez más elevada. La certeza que dejan sus actos es que son incapaces de conseguir mejorar la vida de los ciudadanos, salvo los que ocupan la amplísima lista de cargos públicos y asesores. Ellos sí que viven bien.
Vivimos en un mundo en el que la energía eléctrica cada vez goza de mayor protagonismo. Solo basta con ver lo que está ocurriendo en el sector de la automoción, en el que los vehículos de gasolina y diesel están perdiendo protagonismo en beneficio de los coches híbridos y eléctricos. ¿Qué sucederá cuando todos los ciudadanos hayamos dado el paso a los coches eléctricos? ¿Seguirá incrementándose el precio para beneficio de las empresas y perjuicios de los usuarios? ¿El Gobierno será capaz de hacer algo o seguirá sumido en la irrelevancia e incapacidad?
Una vez más, el ciudadano de a pie, contribuyente por defecto, por activa y pasiva, civil y criminal, sufre en sus carnes el incremento injustificable de los bienes de primera necesidad. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos somos esclavos de su coste, y estamos atados a los precios que nos imponen porque no hay otra solución que pagar. Y mientras los que sí que pueden hacer mucho no hacen absolutamente nada por remediarlo...■
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