José Miguel Celma. Portavoz PP Comarca Bajo Aragón |
La necesidad de los servicios básicos
En este siglo XXI, la informática y las tecnologías de la información y la comunicación han llegado para quedarse. Da la sensación de que todo se puede solucionar desde la pantalla de un ordenador pero el propio día a día se encarga de desmentirlo. Nos encontramos en situaciones donde debería imperar el sentido común pero lo que aparecen son lagunas en muchos casos infranqueables.
Con la teoría de la despoblación bien presente, como lo está a su vez la denominación de la “España vaciada”, vemos que todavía hay muchas cuestiones que no se tienen en cuenta. Desde la lucha por no perder servicios ferroviarios o por disponer lo antes posible de la A-68, hasta, por supuesto, el hospital, que todos reclamamos con insistencia. Pero nos estamos dejando cuestiones tan básicas como es la necesidad de disponer de un médico de familia en nuestros municipios, una escuela, banda ancha digna y la convicción de que todos los pueblos necesitan estos servicios.
Estas posiciones son irrefutables independientemente de si tenemos una visión cortoplacista o más a medio y largo plazo. El primer paso para concienciarnos en que necesitamos un futuro digno pasa por reivindicar aquellas cuestiones que consideramos imprescindibles como todas las que aquí expongo. Con ello estaremos dando forma al camino que nos dirigirá a seguir existiendo como municipios, con esos códigos postales con nombre propio, historia y ansias de futuro. Con una población rejuvenecida y con la posibilidad de sobrevivir a todo lo que nos suceda en los próximos tiempos.
Ahora más que nunca se debería dejar constancia de la necesidad que tenemos los ciudadanos del medio rural de contar con los servicios básicos para garantizar nuestra calidad de vida. Que no sean pan para hoy y hambre para mañana, sino las herramientas adecuadas para nuestro mejor futuro. Para hacer de los pueblos el lugar ideal para que los jóvenes vean en ellos el lugar ideal para vivir y emprender. Y con la esperanza de que los más mayores observen que la estela que ellos han dejado durante décadas y décadas, haciendo de sus localidades lugares cada día mejores, tiene su continuidad. Que permanezca.■
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