02 marzo 2021

#RamónMur - El triunfo de Illa se estrella contra el dique independentista

El triunfo de Illa se estrella contra el dique independentista

El partido “hermano” del PSOE gana las elecciones del 14F sin posibilidades de entrar en el nuevo Govern de la Generalitat

Los resultados de las elecciones del 14F 2021 ¿podrían haber abierto una etapa de mayor estabilidad política en Catalunya? Puro espejismo. La realidad incontestable dice que un partido constitucionalista volvió a triunfar en las elecciones al Parlament. Sin embargo, las fuerzas políticas independistas volvieron a sumar entre todas ellas la mayoría absoluta de la Cámara que les permite gobernar sin el concurso de una formación política constitucionalista como es la de los socialistas. Aunque cabe esperar que el triunfo de Salvador Illa no sea tan estéril como el de Inés Arrimadas en los anteriores comicios, resulta evidente que el partido “hermano” del PSOE en Catalunya se estrellará sin remedio contra el dique independentista y no parece tener posibilidades de entrar a formar parte del Govern de la Generalitat durante los próximos cuatro años.

Pere Aragonés, de ERC, será el nuevo presidente de la Generalitat, en un Govern independentista, acompañado por JUNTS y la CUP.
   
El triunfo socialista se asemeja muy poco al que en 2017 obtuvo Inés Arrimadas al frente de Ciudadanos. Aquella victoria no sirvió para nada mientras que de la de Salvador Illa sí se puede esperar que sirva al menos para mantener e incrementar el diálogo político entre algunas de las formaciones políticas, ya que no entre todas. Si Cs fue incapaz de sacar alguna rentabilidad política a su victoria electoral, no parece que los socialistas catalanes vayan a cometer la misma torpeza. Aquel fue el triunfo de un colectivo emergente en política, la victoria socialista es la de un partido histórico y hasta con cierto ‘seny’ dentro de Catalunya y muy en especial en Barcelona y su contorno. El ex ministro de Sanidad durante la pandemia universal 2020-2021 agradeció al partido “hermano”, el PSOE, su apoyo y colaboración para conseguir una victoria inapelable en votos, aunque empatados en escaños con ERC en el Parlament de Catalunya.

Proclamar esta fraternidad socialista a estas alturas de la democracia española nacida en 1975, tras la muerte del dictador, merece cierta atención. El Partido Socialista Obrero Español de hoy no parece admitir viejas distinciones del pasado, olvidados y superados aquellos momentos en que el Partit dels Socialistes de Catalunya tenía un grupo propio, diferenciado y hasta distanciado del PSOE, en el Congreso de los Diputados cuyo primer portavoz fue Ernest Lluch, luego ministro de Sanidad en el primer Gobierno de Felipe González. ¿Por qué, entonces, un victorioso Salvador Illa recuperó de la historia reciente al PSC de los Raventós, Obiols, Narcis Serra o Pascual Maragall y proclamó al PSOE no como su único partido vencedor en los comicios sino “hermano” del PSC? Pues porque ese es un gesto catalanista, un guiño evidente hacia los partidos del espectro independentista, muy en particular dirigido a ERC.

Es más que probable, no obstante, que este gesto de Illa no sea suficiente como para hacer que su victoria en votos y escaños le permita convertirse en inquilino del Palau de la Generalitat. Y eso a pesar de que en la noche electoral el ex ministro de Sanidad adelantó su intención de presentarse en el Parlamento para ser investido como “president del nou Govern”. Para pugnar por ese objetivo, Illa necesita contar con ciertos apoyos en la Cámara que parecen inciertos, aunque llegara a contar con los votos de los ocho parlamentarios del grupo de En Comú Podem que encabeza Jèssica Albiach. En Comú es el apéndice catalán de Unidas-Podemos, partido que gobierna con el PSOE de Sánchez en Madrid y que propugna someter a referéndum la independencia de Catalunya o su continuidad formando parte del actual Estado español de monarquía parlamentaria.


La pandemia ha ejercido una influencia expresa y directa en las elecciones del 14F y ha sido la principal causa de la alta abstención

   

Un plan diseñado desde Moncloa

El granítico e imperturbable presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, preparó desde hace tiempo la candidatura de Salvador Illa. Aunque en la noche electoral el ex ministro presentó su triunfo como propio del PSC, bien sabía y sabe él cómo y donde se diseñó su postulación a ser cabeza de la lista de los socialistas catalanes en las elecciones del 14F. Por eso en su primera intervención pública postelectoral, agradeció el apoyo del PSOE, el partido “hermano” e incluso personalizó la ayuda en Iván Redondo, auténtico jefe de la casa del presidente del Gobierno en Moncloa.

Todo empezó cuando, tras las elecciones generales del 10N de 2019, Pedro Sánchez cometió esa rectificación que tanto le reprochan sus furibundos enemigos y decidió formar el primer Ejecutivo de coalición con Unidas-Podemos, el partido del que había afirmado que no le permitiría dormir si algún día llegaba a coaligarse con él para gobernar. Pues rectificó y se alió con Pablo Iglesias. Entonces mismo llamó a un catalán a su consejo de ministros para ocupar una cartera menor, en principio, como es la de Sanidad puesto que las competencias en esta materia están transferidas a las Comunidades Autónomas desde hace años. Y el fiel, sufrido y divertido bailarín, si se tercia, el socialista catalán con apellido vascón de Navarra, Miquel Iceta, fue quien le dictó el “ecce homo”, ahí tienes al candidato socialista ideal para la Generalitat de Catalunya: Salvador Illa, alcalde muchos años de Roca del Vallés, su pueblo natal. Con cara de profesor de Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea en los jesuitas del carrer Casp, con esa faz tan inmaculada, blanca como la nata del roscón de reyes, Illa prometió ante el Rey ejercer el cargo de Ministro de Sanidad. Era enero de 2020, solo Iván Redondo y Miquel Iceta sabían en quien tenía puestas Pedro Sánchez todas sus complacencias para desembarcar en Catalunya, con la fragata “hermana”, el día que se convocaran nuevas elecciones al Parlament.

Pero saltó la sorpresa en forma de pandemia, una auténtica catástrofe universal de cuya magnitud todavía hoy no somos plenamente conscientes, una situación infinitamente más dañina que la peor de las crisis. El ministro de la supuesta tranquilidad se convirtió en el protagonista principal de un Gobierno de coalición obligado a hacer frente en España a una situación de emergencia mundial. Con sus gruesas gafas de la metafísica, Illa comenzó a aparecer todas las tardes por televisión y pronto su gestión empezó a no gustar a nadie. La oposición pidió varias veces su dimisión por incompetente de la misma forma que, a los pocos meses, lo criticó por “abandonar” el Gobierno en un momento tan delicado para catapultar su figura política al estrellato en Catalunya. Pero Illa no hizo nada más que obedecer al jefe absoluto. Ni partido hermano ni primo, las elecciones catalanas las ha ganado el PSOE de Sánchez, resistente e incombustible, tan abucheado desde fuera como también desde dentro, por los “barones” históricos socialistas. Felipe, Guerra, Leguina, Corcuera y otros santones de la era 1982-1996 no han tenido ánimo para abrir la boca después del 14F. Al menos, por el momento. ¿Qué pueden decir? ¡Si las elecciones se han ganado entre el palacio de la Moncloa y la sede socialista de la calle Ferraz con el único discreto apoyo del presidente José Luis Rodríguez Zapatero!

Hace tiempo que en Catalunya son inviables los acuerdos entre nacionalistas y constitucionalistas que son posibles en Euskadi.


El plan sobre Catalunya lo diseñó Pedro Sánchez con su equipo de colaboradores encabezado por el asesor principal del presidente, Iván Redondo, que hace y deshace todo en el entorno inmediato del secretario general del PSOE y presidente del Gobierno. Al lado de Redondo, Julio Feo, el inseparable lugarteniente de Felipe González, aparece en la lejanía como un escolano o monaguillo de ermita más que de catedral. El plan se diseñó en Moncloa y también en la calle Ferraz, donde está la sede ya histórica del PSOE de la que los de Pedro Sánchez no pretenden marcharse como los de Casado quieren hacerlo de Génova 13.


Votar en pandemia

Los últimos comicios en Catalunya han estado marcados por una abstención récord. Los ciudadanos se han abstenido por el miedo pandémico que nos conturba. No han querido salir a votar. Muchos lo hicieron por correo. Pero el coronavirus ha demostrado que, bajo su amenaza, no tenemos el cuerpo para ir al fútbol y tampoco para votar por mucho que el personal se pueda jugar en las urnas. El 14 de febrero último votó menos del 54% del censo electoral de Catalunya. ¿A quién favoreció más una abstención tan castigadora? Las opiniones son para todos los gustos.

No obstante, cabe resaltar el hecho incontestable de que en este marco de tan magro interés social por los comicios, se produjo por segunda vez consecutiva el triunfo de un partido constitucionalista y contrario al independentismo. El partido de Illa duplicó el número de escaños. Su salto hacia arriba fue tan espectacular como la caída de ciudadanos en el abismo, que le hizo perder 30 de los 36 escaños que obtuvo hace menos de cuatro años.

Pasados cinco días del 14F, el ruido en la calle es infinitamente mayor e insoportable a causa de los disturbios violentos montados como protesta por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél que por las controversias o polémicas que puedan provocar los resultados electorales. Se nota también en esto cierta abstención: todo el mundo conoce la situación actual de Catalunya en España y se produce un notable decaimiento ante el afán de entrar al debate. Al menos, en ciertos círculos sociales y familiares, consultados en Barcelona, desde fuera de la ciudad condal. Quizá haya que afirmar, en todo caso, que para esclarecer el porvenir de Catalunya, y mucho más para caminar de manera inexorable hacia la proclamación de la República catalana, sea necesario, quizás imprescindible, que muchos más catalanes vayan a votar cuando sean llamados a las urnas. Porque la respuesta de los votantes el 14F fue tan raquítica que habrá que esperar a una nueva convocatoria electoral, no condicionada por virus alguno, para que el porvenir se pueda contemplar con mayor clarividencia que a día de hoy.

También en el lado independentista se nota la influencia del coronavirus: Un votante de Junts afirma que “ahora mismo todos queremos salvar la vida, así de claro, porque esto no es una crisis sino una catástrofe universal de cuya magnitud no sé si somos del todo conscientes. Así que, de momento, hay un solo problema que preocupa por encima de todos los demás. No obstante, hemos votado, en menor número del deseado, es verdad, y nos sigue preocupando el futuro de nuestro país en el que nosotros no desmayamos por conseguir lo antes posible la República catalana. Ojalá pronto podamos ambicionar este porvenir para nuestra tierra libres de esta amenaza insufrible sobre nuestras vidas”.

“De todas formas es que aquí la gente es muy independentista y aunque ahora estemos todos asustados por la pandemia y parece como que todo está más en calma, no es así, estamos políticamente igual que antes de las elecciones, con un futuro muy incierto”, opina una persona que no es filo nacionalista y mucho menos separatista. Y lo dice no con resignación sino como pura y simple constatación de la realidad que contempla a diario: “en esta tierra mucha gente, muchísima, quiere separarse de España más pronto que tarde. Nos guste o no, y a mí no me agrada, es así”.

Los casi cuatro años transcurridos desde 2017 han estado salpicados de incidentes y de continuos parones institucionales.


Enfrentados por el sí


“Illa calienta en la banda”, tituló Juan Mari Gastaca su columna postelectoral. El analista político del diario bilbaíno Deia pensaba que mientras los dos principales partidos independentistas, ERC y Junts per Catalunya, están unidos por el sí a la proclamación de la República, pero separados, divididos y enfrentados ante la forma de conseguir tal objetivo, Salvador Illa calienta en la banda cual futbolista que aguarda el momento oportuno de saltar a la cancha. No lo tiene fácil el ex ministro para seguir los pasos de Maragall y Montilla.

En Junts no disimulan su disgusto por haber sido superados por ERC en votos y escaños, aunque solo sea por uno, y consideran que, en cualquiera de las fórmulas más posibles, la presidencia de la Generalitat será para Aragonés, de ERC. “Tampoco creas que lo van a tener fácil en Esquerra”, añaden en Junts como en un resentido “allá se las vean”. Los de Puigdemont y Torra contaban con una victoria que les permitiera colocar a Laura Borràs como la primera mujer presidenta de la Generalitat. Pero Esquerra no puede desaprovechar la primera oportunidad de conquistar la presidencia en 84 años tras Francesc Macià y Lluis Companys, tal y como ha repetido en varias ocasiones Oriol Junqueras tras el 14F. En Junts saben que Junqueras no perdonará nunca a Puigdemont que “huyera y no que se autoexiliara”, mientras los que se quedaron acabaron en la cárcel donde aún siguen.

“En estas elecciones se ha votado sí o no a la independencia, esa es la cuestión inapelable y el resultado ha sido que el independentismo ha salido claramente reforzado”, subrayan en las fuentes consultadas por CyC en Junts per Catalunya. Esta ha sido la primera ocasión en que la izquierda catalanista ha vencido a la burguesía catalana separatista, una circunstancia que ha producido un subidón inesperado entre los seguidores de Oriol Junqueras. “El voto de interior ha sido nuestro, ellos han triunfado en lo que llaman ‘cinturón rojo’ de Barcelona”, creen firmemente en Junts así como que “Aragonés es un buen economista pero el líder de Esquerra sigue siendo Junqueras, quien ejercerá de presidente en la sombra y que conste que lo digo con pena y rabia porque me parece absolutamente injusto que siga privado de total libertad”.

Todo apunta a que Pere Aragonés será el nuevo president, a cuatro bandas como quieren en ERC, con Junts, la CUP más Catalunya en Comú. Pero los capitaneados por Laura Borràs no quieren a los ‘ comunes’ en el Govern. El rechazo es mutuo porque tampoco los de la alcaldesa Colau quieren saber nada con los burgueses ‘juntistas’. La periodista Jéssica Albiach, convertida en portavoz de los ‘comunes’ en el Parlament, anunció desde el primer momento que iba a hablar con “el señor Illa y con Aragonès para que comencemos a negociar”. Pero esta opción de sellar acuerdos entre nacionalistas y constitucionalistas, que ha funcionado durante mucho tiempo y sigue funcionando en Euskadi, no tiene ninguna viabilidad en Catalunya, por mucho que Illa caliente en la banda. Y tampoco parece probable que Aragonès y ERC acepten cohabitar en el Govern con Junts y la CUP, a tres bandas independentistas. Esta es la opción que desea Laura Borràs y los suyos pero ERC está poco dispuesta a contentar en nada a Junts.

La realidad política de Catalunya se pinta también sin los pinceles de la derecha española constitucionalista. Cs ha desaparecido prácticamente, así como el PP, el gran partido de la oposición al PSOE en España, que en Catalunya, más acusada todavía que en Euskadi, apenas tiene una presencia política testimonial. Para compensar, ha surgido VOX en Catalunya, el emergente por la ultra derecha, que ha desembarcado con 11 disputados en el Parlament, cuando en el País Vasco solo consiguió uno el año pasado.

Presidirá, pues, casi con toda seguridad Aragonès un Ejecutivo de mayoría soberanista y secesionista que buscará la desanexión de España a corto plazo y por la vía de negociación política o por la brava. Pero la cuestión es cuánto tiempo se podrá prolongar esa situación. Los casi cuatro años transcurridos desde 2017 han estado salpicados de incidentes y de continuos parones institucionales. Hace tiempo que la mitad de los catalanes quiere, sin pensar en la otra mitad, separarse de España, mientras que por Madrid y otros muchos territorios españoles se piensa como pensaba el regente de la Corona española, el general Baldomero Espartero en 1842: “por la unidad de España, hay que bombardear Barcelona una vez cada 50 años”.■

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