José Antonio Sola. Economista. |
Es ahora incierto el final de la pandemia, la eficacia de las vacunas, la apertura de ciertos negocios, la velocidad de vacunación, las moratorias bancarias, la posible inmunidad y su duración, la duración del gobierno, la inflación, la llegada de políticas reequilibradoras de la España vacía, el futuro del vehículo eléctrico … y tantas más…
Frente a tantos aspectos inciertos:
Es cierto que van a venir ayudas europeas en cifras no conocidas hasta ahora por su volumen.
Es incierto el procedimiento de reparto y su eficacia.
Es cierto que una gran cantidad de fondos puestos en circulación inciden en un aumento de la inversión y el consumo.
Es cierto que la forma de abordar un problema económico personal y empresarial pasa por dos fases, la fase estratégica, que busca la forma de enfrentarse al problema en condiciones ventajosas, es decir busca “la mejor manera”, y una fase táctica que se dirige a las acciones necesarias, la gestión del día a día.
Es incierto el futuro de quien desprecia la fase estratégica de planificación y se lanza a la acción bajo el principio de “ya me preocuparé cuando suceda”.
Es cierto que estos últimos tácticos se pasan la vida dándose cabezazos contra la realidad y no suelen acabar bien.
Es cierto que las ayudas cuantiosas de estímulo económico serán aprovechadas por los que previamente planifiquen y busquen respuesta, cada uno en su situación personal a la pregunta “qué hago para aprovechar esto”.
Un empleado y un parado harán bien si mañana tienen más conocimientos que hoy y lo adaptan a la demanda previsible del proceso. Pueden ser capacidades en la informática, en la aplicación de nuevos materiales en una obra, en el conocimiento de nuevas especies vegetales que aplicará su empresa, en la nutrición animal, en las telecomunicaciones… y tantas otras. O simplemente en el manejo de una aplicación de contabilidad o de comercio electrónico.
El proceso es simple, llego a la conclusión que debo tener mañana conocimientos, capacidades, habilidades que no tengo hoy y me serán útiles cuando se materialice la demanda y el consumo incrementado que viene.
Un peón con vocación de seguir siempre de peón se excluye, también de la misma forma cualquiera, en cualquier grado de especialización, que se quede inmóvil.
Un empresario deberá adaptarse a la competitividad del sector en que opera, o cambiarse a uno nuevo con mejor provenir. También tendrá que aprender nuevas habilidades.
Este deberá asumir que sus planes deben ser realistas y rentables, deben esperar un retorno de la inversión favorable. Y satisfacer a sus clientes.
Es incierto que cuando un empresario busca un nuevo camino lo encuentre fácilmente.
Es cierto que acabará encontrando ese camino que le lleve a una posición competitiva y con futuro el que trabaje permanentemente en buscarlo. (Hay muchos buscando lo mismo). La economía de mercado se basa en la competencia y no es lugar para dormirse.
No nos obsesionemos con el obstáculo de que lo que viene no se hará de forma correcta y algunos de esos fondos irán a parar a quien no debe recibirlos. Eso es política, siempre ha sido así. En su caso ya actuarán los políticos (o los jueces).
A nosotros lo que nos conviene es recordar:
Es cierto que los estímulos económicos que inciden en un aumento de la demanda, el consumo y la inversión son una oportunidad para mejorar.
Es cierto que no vivimos en una economía planificada donde el estado reparte, vivimos en una economía de mercado donde para obtener las ventaja hay que ser proactivo, hay que prepararse para aprovechar la situación y estar capacitado en el momento oportuno.
Y es cierto que somos los ciudadanos los que superamos las crisis. No los gobiernos.
La UE ha publicado cifras, están expresadas en millardos y billones. Si no sabe lo que es un millardo o un billón apréndalo, porque es lo que viene.■
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