Paisajes como los Puertos de Beceite en el Matarraña, podrían estar en peligro con las plantas de aerogeneradores planeadas. Foto: Facebook Plataforma en Defensa de los Paisajes de Teruel |
Vivimos en la segunda provincia más despoblada de España, con una extensión que dobla a la de todo el País Vasco. Sierras, llanuras y valles sin tan apenas población con una densidad media de 9,06 hab./km2, prácticamente un desierto poblacional en muchas partes de la provincia.
Ante esta situación desesperada por la amenaza de desaparición demográfica en muchos pueblos, se acogieron con un inocente entusiasmo los megaproyectos de parques eólicos que ofrecían además de una cierta contraprestación económica por la instalación de los molinos, la promesa de creación de puesto de trabajo en la zona. Sin embargo con el paso del tiempo, este optimismo con el que se recibieron estos proyectos se está difuminando por la afección paisajística y medio ambiental que supone la construcción de estos macroparques eólicos y por la reducida creación de puestos de trabajo asociados a esta actividad a medio-largo plazo.
Durante muchos años la provincia ha apostado por un desarrollo turístico sostenible ligado al territorio y la naturaleza a través de campañas tan conocidas como la de “Teruel al natural” con paisajes casi vírgenes e infinitos. Esta apuesta de desarrollo choca frontalmente con la difusión por todas las montañas turolenses de molinos de viento, que en algunos casos alcanzarán los 200 metros de altura, y que afectará irremediablemente al paisaje que conocemos hoy en día y por derivación al desarrollo por el que se había apostado durante las últimas décadas en muchas zonas de la provincia.
Además de este debate, se abre otro no menos importante, que es la generación a través de grandes empresas eléctricas que vuelvan a monopolizar este sector, tal como hicieron con el modelo de las centrales térmicas, o abrir otro modelo más democrático y ligado a pequeños productores que verdaderamente creen empleo en el territorio a través de la generación de energía eólica, fotovoltaica o con biomasa. Un debate y una oportunidad que se abre ante nosotros, con la finalización del ciclo de las centrales térmicas, que tenemos que aprovechar y volcar todas nuestras fuerzas para que no sean los de siempre los que se aprovechen de nuestros recursos naturales y que los turolenses no vean pasar otro tren de desarrollo ante sus narices sin que puedan aprovecharse de él y dar futuro a nuestro territorio.■
Durante muchos años la provincia ha apostado por un desarrollo turístico sostenible ligado al territorio y la naturaleza a través de campañas tan conocidas como la de “Teruel al natural” con paisajes casi vírgenes e infinitos. Esta apuesta de desarrollo choca frontalmente con la difusión por todas las montañas turolenses de molinos de viento, que en algunos casos alcanzarán los 200 metros de altura, y que afectará irremediablemente al paisaje que conocemos hoy en día y por derivación al desarrollo por el que se había apostado durante las últimas décadas en muchas zonas de la provincia.
Además de este debate, se abre otro no menos importante, que es la generación a través de grandes empresas eléctricas que vuelvan a monopolizar este sector, tal como hicieron con el modelo de las centrales térmicas, o abrir otro modelo más democrático y ligado a pequeños productores que verdaderamente creen empleo en el territorio a través de la generación de energía eólica, fotovoltaica o con biomasa. Un debate y una oportunidad que se abre ante nosotros, con la finalización del ciclo de las centrales térmicas, que tenemos que aprovechar y volcar todas nuestras fuerzas para que no sean los de siempre los que se aprovechen de nuestros recursos naturales y que los turolenses no vean pasar otro tren de desarrollo ante sus narices sin que puedan aprovecharse de él y dar futuro a nuestro territorio.■
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