Alumnos del CEIP Valderrobres. A. Roda |
Los CRA y CEIP del Bajo Aragón histórico arrancan un curso lleno de protocolos y con la innovación educativa resentida.
Es la hora de recreo y Josefina aprovecha para limpiar estanterías repletas de libros del pasillo y revisa que no falte gel hidroalcohólico en la entrada de cada aula. Su labor al igual que la del cuerpo docente se ha visto alterada por los protocolos a seguir en los centros educativos a causa de la Covid-19 en este nuevo curso académico. “He escuchado que ya han cerrado algunos coles cerca. Aquí de momento estamos bien, esperando que no nos llegue”, cuenta esta trabajadora de la limpieza del CEIP Vicente Ferrer Ramos de Valderrobres. Su preocupación viene del anuncio el pasado 25 de septiembre del cierre de dos aulas de Primaria en el CEIP Emilio Díaz de Alcañiz y un aula de secundaria del IES Pablo Serrano de Andorra.
La incertidumbre sobrevuela en este arranque del curso académico en los colegios de infantil y primaria, también en los del Bajo Aragón histórico. “Hoy estamos funcionando al 100% pero no sabemos qué puede pasar mañana o la semana que viene”, nos explica Lorenzo Latorre, director del mismo colegio público de Valderrobres. En este centro a medio camino entre el colegio rural y los colegios más grandes -acoge a 152 alumnos de primaria y 70 de infantil- el patio de recreo está dividido en cuatro áreas y el suelo y escaleras en el interior están marcados con indicadores de entrada y salida, así como carteles sobre las nuevas normas higiénicas.
En el caso de los CRA (Colegios Rurales Agrupados) -que son los mayoritarios en las comarcas turolenses del Bajo Aragón Histórico, 19 CRA frente a los 15 CEIP- al ser centros que no sobrepasan el centenar de alumnos, el mismo centro educativo es el grupo burbuja. “Si hay dos aulas, están las dos juntas porque no llegan a 20 alumnos. No se juntarán con las aulas de los otros pueblos”, dice Carlos Latorre, maestro del CRA Somontano, cuya sede se sitúa en La Mata de los Olmos y cuenta con aulas en Estercuel, Berge, Cañizar del Olivar, Ejulve, Molinos y Los Olmos. “Este año no habrá convivencias, no hay CRIET entre los alumnos de los siete pueblos que conforman el CRA”, confirma este maestro a lo que continúa, “los especialista como yo [en música] tenemos que tener excesivo cuidado. Somos los únicos que rompemos los grupos burbuja. Así lo hemos decidido en este CRA”. Mientras que en el CRA Olea con sede en Castellote y aulas en Aguaviva, Bordón, Cañada de Verich, Foz-Calanda y La Ginebrosa han preferido sellar cada localidad e incluso los maestros itinerantes permanecen en uno de los centros. “Hemos sellado las aulas. Vimos que podíamos organizarnos así e Inspección nos lo permitió”, narra Raquel Benedi, maestra del CRA Olea en Aguaviva.
La escuela rural: la cocina de la innovación educativa
La decana de la Facultat d’Educació de la Universitat de Barcelona (UB), Roser Boix, fue alumna de una escuela rural. Luego, maestra. Y ya en la facultad, se especializó en estudiar este tipo de centros, lidera un grupo de investigación internacional. Es, por lo tanto, una voz autorizada: lo vivió de pequeña y estudia la experiencia desde hace años.
En su artículo académico La escuela rural en la dimensión territorial expresa que no se puede definir a las escuelas rurales “como innovadoras por su naturaleza, ni laboratorios pedagógicos, [aunque] sí que podemos afirmar que se llevan a cabo muchas experiencias innovadoras y genuinas de trabajo social y construcción comunitaria con los padres, las familias y en general con los habitantes de los pueblos”. Y es que la particularidad de tener centros con pocos alumnos y en lugares tan pequeños permite que docentes, familias y vecinos se impliquen en la educación de los niños del pueblo. La maestra del CRA Olea está de acuerdo y lo vive en su colegio. “En general, en las escuelas pequeñas se nota que intentas estar por los chicos lo máximo posible. Aquí es importante que haya un chico o dos chicos más. Aquí es la unidad y si tenemos 29 tenemos tres aulas y si tenemos 28 tenemos dos. Entonces todo cuenta y suma”, detalla.
La decana de Educación de la Universitat de Barcelona también apunta que la escuela unitaria -aquellas con aulas de niños de distintas edades- “es un espacio que, aparentemente, propicia el trabajo heterogéneo frente al homogéneo (…) un espacio donde se puede trabajar de otra forma, donde se puede innovar y aplicar nuevas fórmulas didácticas, donde es fácil incorporar el entorno en el currículum, donde el territorio se conjuga de forma natural con el trabajo didáctico”.
Y es que las metodologías innovadoras como el trabajo por proyectos y sin libros de texto, el método ABN o la introducción de la inteligencia emocional hace años que se impulsan en las escuelas rurales. Los CRA mencionados y consultados para este reportaje trabajan desde hace más de un lustro sin libros de texto, con proyectos o cajas de aprendizaje y utilizan nuevas tecnologías constantemente. “La idea que se busca es la autonomía del alumno, que sean aprendizajes significativos y que tú seas un poco el guía; que el profesor esté con ellos”, cuenta el maestro del CRA Somontano. De lo que se trata es de fomentar la autonomía del aprendizaje. "Nuestros escolares deben ser autónomos, aunque trabajen sin libros eso no significa que vayan por libre", diferencia la experta en Educación, Roser Boix.
La innovación en tiempos de Covid
“El pasado marzo cuando nos confinaron fue un caos porque puedes hacer un proyecto de lo que quieras, pero tienes que contar que son cosas manipulativas; que los críos partan de su propio conocimiento; que ellos vayan construyendo su propio aprendizaje. Todas estas formas de trabajar a distancia son complicadas por mucho que tengas instrumentos”, relata Raquel Benedi, así la dificultad añadida a la que se enfrentan los colegios rurales en esta “nueva” normalidad.
El colegio de infantil y primaria de Valderrobres ha sido reconocido y premiado por la inclusión del cine en las aulas con diferentes proyectos cinematográficos. Su director es el impulsor de este campo y destaca la creatividad, el trabajo cooperativo, y la expresión lingüística y corporal que ganan los alumnos. Sin embargo, con la llegada del coronavirus los proyectos cinematográficos que estaban desarrollando en formato taller se han cancelado.
Según la maestra del CRA Olea la gente que lleva el libro de texto en esta situación se dificultará, pero no tanto. “En nuestro caso hemos planteando a las familias incluir el libro de lengua este año. Lo hacemos por facilidad por si nos vuelven a confinar”, a lo que continúa, “lo que me he planteado es que mientras esté en el aula haré todas las actividades mágicas que si nos confinan no voy a poder hacer”. Benedi defiende que la escuela no solo es el contenido. “Hoy en día los conceptos se pueden sacar de muchas maneras; es el saber hacer y la estrategia para saber resolver y desenvolverse, pero con esta situación se llega hasta donde se llega”.
La falta de recursos ha sido otro de los mantras que ha dificultado no solo la innovación sino el seguimiento en general de los alumnos durante los meses de confinamiento. "Hay alumnos que no tienen acceso a internet o tienen pocos dispositivos en casa. Estamos trabajando en buscar alternativas y recursos", dice el maestro de música del CRA de La Mata de los Olmos.
Por el momento, estos primeros días de colegios Raquel, Carlos y Lorenzo se afanan en explicar a los alumnos cómo funcionan las plataformas digitales y correos electrónicos para poder trabajar a distancia por si se cierra el colegio o se vuelve a confinar a la población de la noche a la mañana.■
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