José Miguel Celma. Portavoz PP-Bajo Aragón |
Mucho se ha escrito, y pienso que seguirá haciéndose, con relación al maldito Covid-19. Un virus que ha condicionado de sobremanera el 2020, que nos ha obligado a confinarnos en nuestras casas durante semanas, que ha parado la práctica totalidad de actividad económica del país y también ha establecido lo que ha pasado a denominarse “nueva normalidad”. O lo que es lo mismo, un cambio notable en nuestros hábitos, costumbres, forma de comportarnos o manera de disfrutar del tiempo libre y el ocio.
Todo parecía que se iba a quedar en unas semanas de los meses de marzo y abril. En este punto sonaban en mi cabeza los acordes de la música de Joaquín Sabina sobre el cuarto mes del año, pero enseguida mi mente pasaba a poner el foco en el número real de fallecidos, la cifra global de contagiados y también de parados. Todo con la cautela de quien piensa que no están todos los que son, pero sí que son todos los que están.
Hasta hace no mucho tiempo se esperaba para el otoño la primera oleada de rebrote, pero ya está aquí. Es posible que agosto sea otro mes perdido, que los ERTE’s tengan que seguir ampliándose y que el número de parados no disminuya, sino todo lo contrario. Un horizonte extraño a la vez que distinto, paradójico y surrealista, donde la precaución pasa por la responsabilidad individual, algo que parece sencillo pero que no lo es tanto y que parece que solo se hace gala de ello cuando existe miedo real.
No puedo sino recordar con pena a quien ya no se encuentra entre nosotros, dar aliento a los que han salido de una pesadilla que parecía que no iba a acabar y reclamar sensatez a toda la sociedad para que, a pesar de la lógica efervescencia juvenil, pensemos en protegernos y hacerlo de esta forma con los más vulnerables. Puede ser un mensaje melancólico, lo sé, pero creo que es el apropiado en estos instantes para transmitir que de esta situación saldremos si TODOS ponemos de nuestra parte para conseguirlo.■
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