Central Térmica de Andorra |
Aunque a nivel mundial sin duda este año va a estar marcado por la pandemia del coronavirus, en el Bajo Aragón Histórico lo que verdaderamente va a marcar un antes y un después va a ser el final de la actividad en la Térmica de Andorra. La mayor industria de nuestra comarca echa el cierre después de 39 años funcionando.
Ante esta situación se unen muchas sensaciones contradictorias. En primer lugar la nostalgia de tiempos pasados en donde la generación de electricidad mediante las centrales térmicas se convirtió en una fuente riqueza y atracción de población para la zona de las Cuencas Mineras. Parecía que ese Teruel despoblado resistía y prosperaba en estas comarcas mineras. Poco a poco se fueron cerrando las minas y después las centrales térmicas. Un modelo de desarrollo que no ha dado paso a otro. O por lo menos a otro que pudiera absorber a la mano de obra y generar la riqueza que éste que se extingue.
Por otro lado está la grata sensación de acabar con un modelo de generación eléctrica que expulsaba millones de toneladas de CO2 a la atmósfera provocando el efecto invernadero causante del cambio climático en la Tierra. Además de los problemas medioambientales que desde la zona del Maestrazgo y los Puertos de Morella venían denunciando por la contaminación de la térmica andorrana.
Llegados a este punto en donde desde el Estado está apostando por un cambio de modelo productivo eléctrico basado en las renovables, sería de esperar que aquellos territorios que tanto han aportado al desarrollo de este país, generando la energía que ha permitido el funcionamiento de los grandes polos industriales y demográficos de España, tuvieran algún plan de impulso económico eficaz para paliar la pérdida de puestos de trabajo ante el cierre de las centrales. Pues olvídense. No hay nada, sólo promesas y buenas palabras. Los grandes políticos de Madrid a los que se les llena la boca con la despoblación, ni tan siquiera han sido capaces de asegurar que los trabajadores de las empresas auxiliares puedan continuar su trabajo desmontando la misma central en la que una vez trabajaron. Ni estas migajas han sido capaces de conseguir.
Más allá de la crisis sanitaria, tiempos difíciles nos esperan con el cierre de la Térmica sin alternativas de desarrollo que puedan generar los mismos puestos de trabajo.■
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