mayo 2020 ACTUALIDAD | CRISIS SANITARIA CORONAVIRUS | CUARENTENA
Vivir encerrado con una adicción, con una enfermedad mental o sin poder comprar alimentos en época de confinamiento muestran las desigualdades sociales más agudas de la sociedad bajoaragonesa.
Llevamos confinados más de un mes y al shock de los primeros quince días de encierro ha sobrevenido la realidad de que hogar no es sinónimo de seguridad para todo el mundo. Una adicción, una enfermedad mental o simplemente, no tener dinero para llenar la nevera son circunstancias que dificultan enormemente que muchas personas permanezcan en sus viviendas.
Especialmente delicados son los casos de drogodependencias y ludopatías. Y es que las adicciones no desaparecen por el confinamiento, pero las terapias de rehabilitación han sido canceladas para evitar contagios por el coronavirus. Así ha sucedido con la Unidad de Atención y Seguimiento de Adicciones (UASA) de Alcañiz, único centro púbico especializado en adicciones del Bajo Aragón Histórico y que atiende a cerca de 320 personas. “La asistencia directa se ha suspendido. Con el teléfono hacemos seguimiento de todos los pacientes en activo y les vamos llamando semanalmente o diariamente según el caso, según cómo está cada persona. Al igual lo hace la psiquiatra si se requieren modificaciones en la medicación”, cuenta Carmen Julve, trabajadora social de este servicio.
Los primeros días tras la declaración del Estado de Alarma los artículos de primera necesidad fueran los más demandados; más tarde, la tendencia viró hacia la adquisicióń de productos que habitualmente se consumen en bares y restaurantes.
El alcohol, la cocaína y el cannabis son las sustancias adictivas a las que habitualmente se enfrenta este equipo pero el confinamiento “ha descontrolado todo un poco”, afirma la trabajadora social de la UASA. “Incluso había gente que no tenía problemas con el alcohol y por situaciones de ansiedad y de depresión han tenido consumos abusivos. Entonces el seguimiento telefónico es complicado y no se puede dar una atención como en una entrevista cara a cara”, lamenta.
No es casualidad que, si bien los primeros días tras la declaración del Estado de Alarma los artículos de primera necesidad fueran los más demandados; más tarde la tendencia viró hacia la adquisición de productos que habitualmente se consumen en bares y restaurantes. Se observaron crecimientos por encima del 50% de vino, cerveza y bebidas espirituosas, según los últimos datos de consumo de alimentos en el hogar del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
A pesar del aumento e inicio en el consumo del alcohol, desde la UASA confirman que muchos pacientes con otras adicciones están consumiendo menos, pero “conforme están pasando las semanas lo están llevando peor. Nuestros pacientes normalmente padecen problemas de salud mental asociados como ansiedad, depresión o trastornos más graves como esquizofrenia o trastornos bipolares. El confinamiento les está agravando esta problemática y les está generando muchas inseguridades, mucho malestar. Por eso trabajamos coordinados con salud mental para intentar paliar esta situación pero es difícil”, admite Julve.
«Nuestros pacientes normalmente padecen problemas de salud mental asociados como ansiedad, depresión o trastornos más graves como esquizofrenia o trastornos bipolares. El confinamiento les está agravando esta problemática y les está generando muchas inseguridades, mucho malestar»Carmen JulveTrabajadora Social
UASA Alcañiz
Sufrir un trastorno en tiempo de confinamiento
Han pasado 16 años desde que al hijo de Orencio, el presidente de la la Asociación Pro Salud Mental del Bajo Aragón (ASAPME), se le diagnosticó esquizofrenia. “Fue una etapa muy dura, sobre todo cuando le dio el brote, para nosotros, los padres, y para él”. Afortunadamente, el confinamiento ha llegado en una etapa avanzada de la enfermedad en la que, según Orencio, ha producido que esta situación no haya complicado el estado de su hijo. “Le ha pillado con 36 años. Ya reconoce la enfermedad y se toma la medicación. Al inicio pensábamos que se iba a alterar, que no podríamos aguantarlo. Pues ha sido todo lo contrario. Lo está llevando bien. Pero todo depende de en qué etapa de la enfermedad se encuentra cada persona”.
No es el caso de otros miembros de la junta de la asociación con familiares más jóvenes con alguna enfermedad mental cuya situación, afirman Orencio, es mucho más complicada con este encierro. Y es que la gran parte de las actividades y programas llevados a cabo por esta asociación, la única entidad y de carácter privado especializada en este colectivo, se han visto paralizadas en su gran mayoría. “Se han restringido las visitas a domicilio a no ser que sean emergencias, se siguen haciendo pastilleros y se reparten las comidas a domicilio. Además, contamos con atención telefónica diaria y con un móvil de urgencia para cada programa”, explica Maite Torres, gerente de ASAPME en el Bajo Aragón.
Ante la pregunta de si este colectivo tiene más dificultades de permanecer confinados en casa, Torres responde afirmativamente y concreta que lo observan principalmente en los usuarios que se encuentran solos. Muchos de ellos no cuentan con un entorno familiar estable y de apoyo. “Ese es el mayor problema gran parte de las veces. Muchos están completamente solos en casa y si para una persona sola un mes la situación es complicada, se suma a la ecuación la patología”.«Se les está empezando hacer cuesta arriba. Sobre todo, porque tampoco no se distraen como nosotros que tenemos la facilidad para ver una película, leer un libro. En ciertas ocasiones, las capacidades de concentración de ellos no les permiten llevar a cabo esos hobbies»
Lucía Soler
Terapeuta Ocupacional
ASAMPE Bajo Aragón
De la misma manera lo ve Lucía Soler, terapeuta ocupacional de la misma asociación, la cual está en constante contacto con los usuarios que atiende ASAPME. “Se les está empezando hacer cuesta arriba. Sobre todo, porque tampoco no se distraen como nosotros que tenemos la facilidad para ver una película, leer un libro. En ciertas ocasiones, las capacidades de concentración de ellos no les permiten llevar a cabo esos hobbies. En cambio, si viven con uno o varios familiares son ellos los que se están encargando de que se encuentre bien”.
Cuestión de bolsillo
A la falta de apoyos familiares de ambos colectivos se suma su exposición a sufrir vulnerabilidad económica. “Por norma, la mayoría de los usuarios tiene problemas económicos”, sostiene Torres. Esta misma óptica la transmite la trabajadora social de la UASA: “hay una parte de nuestros pacientes que no están trabajando. Suele coincidir con los más cronificados por la situación de más años de consumo o las consecuencias que les ha acarreado. La mayoría sí que trabajan, pero de forma temporal o como autónomos. Ahora muchas empresas han parado y están en situación de ERTE. Eso les genera inseguridad”.
Una inseguridad económica y de desprotección que se ha traspasado a otras muchas familias en el Bajo Aragón. La actividad económica paró de golpe y con ella los ingresos en cada casa. El número de personas que requieren de ayudas para comprar comidas y productos de primera necesidad ha aumentado. Así lo corroboran desde los Servicios Sociales de la Comarca del Bajo Aragón que han repartido más de 100 lotes de alimentos básicos -una cifra inédita- que están complementando junto con otras entidades como Cáritas y Cruz Roja.
Alimentos, productos de higiene y de bebé son las demandas principales de las familias que se acercan a esta última entidad. Se trata de la atención urgente a las necesidades básicas. En cuanto a las ayudas a la vivienda, Servicios Sociales está a la espera de las medidas que tomará el gobierno autonómico y desde Cruz Roja esperan poder reactivar este programa de ayudas puntuales a alquileres a corto plazo.
«Esta situación te confirmoque ha puesto a mucha gente que en la vida se le hubiese ocurrido ir a pedir a ningún ún sitio, lo está haciendo en este momento porque es una situación muy particular que estamos viviendo todos»Noelia AndrésCoordinadora de Cruz Roja
“Esta situación te confirmo que ha puesto a mucha gente que en la vida se le hubiese ocurrido ir a pedir a ningún sitio, lo está haciendo en este momento porque es una situación muy particular que estamos viviendo todos”, dice Noelia Andrés, coordinadora de Cruz Roja Bajo Aragón. Desde esta entidad relatan que tras los primeros quince días se centraron en dar servicios de urgencia como la ayuda a domicilio a personas mayores y enfermos de la comarca bajoaragonesa. Las semanas fueron transcurriendo hasta que la nueva realidad apareció en forma de constantes llamadas tanto de antiguos usuarios que ya habían accedido a Cruz Roja como de nuevas personas que no habían acudido nunca a los servicios sociales. “La gente que estaba mal está peor y hay nuevos casos que les ha venido sobrevenida esta situación. Les han hecho algún ERTE o son autónomos sin poder trabajar... Nuevas familias que se está atendiendo que antes no eran usuarias nuestras”, cuenta Andrés.
Una situación que viven las familias desde “el agobio absoluto”. Aunque desde Cruz Roja también atiende a los usuarios con llamadas telefónicas, sus trabajadoras sí que detectan mucha angustia y desesperación desde el otro lado de la línea. “Notamos esos enfados fruto de esa necesidad de que lo necesitan ya. Esa angustia de “ya no puedo más" y “no tengo nada en la nevera”. Vivir esta situación de confinamiento cuando no tienes ingresos o los has perdido y estás en casa sin poder salir, sin poder buscarte la vida, es complicado”, explica con pesar la coordinadora.
Un aumento de casos de familias que sufren exclusión social son ya una realidad para Cruz Roja. Desde la Unidad de Atención y Seguimiento de Adicciones predice que este confinamiento acarreará nuevos casos “porque se están generando muchas ansiedades”. Mientras que ASAMPE admite que todavía no se han planteado ese escenario, aunque antes de la crisis del coronavirus ya estaban saliendo nuevos casos, especialmente entre la población más joven.
Más allá de la crisis sanitaria causada por la Covid-19, las consecuencias sociales y económicas, sin contar todavía con cifras y estudios, empiezan a palparse en el territorio.■
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